Sábado 8 de mayo de 1982. Sesión clasificatoria vespertina del Gran Premio de Bélgica de Fórmula 1, quinta fecha del torneo que tiene al circuito de Zolder como escenario. A un cuarto de hora para que caiga la bandera a cuadros y termine la tanda, el canadiense Gilles Villeneuve (Ferrari) está muy nervioso. ¿El motivo? Su compañero francés Didier Pironi está adelante con un tiempo de 1m16s501/1000…
Le relación entre los pilotos de la Scuderia se había roto después de lo acontecido en la carrera anterior, en Imola. Allí Villeneuve no digirió el comportamiento de Pironi. Según él, su compañero le “robó” la victoria cuando el equipo había congelado las posiciones a su favor.
Tras lo sucedido en el GP de San Marino, Villeneuve le recuerda a un grupo de periodistas que cuando era compañero de equipo del sudafricano Jody Scheckter y que este último era el piloto N° 1, nunca lo había atacado, a veces en detrimento de sus propias ambiciones, en particular en 1979.
El canadiense afirma que en Imola disminuyó la velocidad al final para preservar su esencia, siguiendo las instrucciones de Marco Piccinini, y que Pironi aprovechó para adelantarle desafiando toda precaución. De ahí su enfado. “Terminar segundo es una cosa, pero terminar segundo porque te robaron es otra”, disparó…
Estaba claro que Villeneuve quería desquitarse de Pironi en Zolder y por eso no se permitiría quedar detrás del galo. Sobre la parte final de la tanda cronometrada colocó el segundo juego de neumáticos y volvió a la pista con un objetivo: mejorar el tiempo de su coequipier.
Completa una vuelta, dos vueltas… sin éxito. A las 13:52, Mauro Forghieri le mostró un cartel en el que le ordenó volver a boxes para cambiar la distribución de sus Goodyear. Villeneuve inicia su vuelta de regreso a los pits. Pero apenas reduce la velocidad. Se acerca a la curva de Terlamen en quinta marcha, a 260 km/h. Adelante de él está el alemán Jochen Mass (March) que rueda a paso lento.
El germano vio que el punto rojo se abalanzaba sobre él como una bala de cañón. Mass se mueve a la derecha para darle paso. Por desgracia, al mismo tiempo, Villeneuve realiza la misma maniobra. Las imágenes que siguieron fueron terribles.
La Ferrari choca contra el March, sale volando, impacta contra el riel a media altura, da una increíble serie de vuelcos y se parte en dos. Arrancado de su cabina, Villeneuve es lanzado por los aires como un muñeco de trapo. El canadiense se estrella contra el suelo, al pie de una valla, en posición fetal. Perdió su casco en el impacto. Su auto queda destrozado en medio de la pista.
Los equipos de rescate llegan de inmediato. Villeneuve yace inconsciente. Un médico realiza un masaje cardíaco. El corazón del quebequense empieza a latir de nuevo, pero la situación es de extrema gravedad. Varios pilotos se detienen para tratar de ayudar. Allí están Mass, el colombiano Roberto Guerrero (Ensign) y el alemán Manfred Winkelhock (ATS). Pironi también. Muy discreto, al joven francés le cuesta darse cuenta de lo que llegará…
De casualidad a Mass no lo golpeó ninguna de las partes de la Ferrari. De regreso a boxes, muy conmocionado, dice: “Lo vi llegar por el retrovisor izquierdo y giré un poco hacia la derecha. No entiendo qué pasó… Hubo un golpe en la rueda trasera derecha. Gilles no debe haber entendido mi maniobra. El coche salió volando como un avión… Es terrible, realmente terrible”.
Villeneuve es transportado en helicóptero al hospital especializado Saint-Raphaël en Louvain. Exteriormente, parece poco afectado: solo su clavícula izquierda está deshecha. Pero, por desgracia, su primera y segunda vértebras cervicales están rotas y su hígado ha estallado.
El primer diagnóstico es terrible: encefalograma plano y latidos cardíacos muy débiles. Gilles está perdido. En el hospital Joann Villeneuve se reúna con su marido. Está acompañada por Jody y Pam Scheckter, François Mazet y Pironi. También llega un sacerdote para darle la extremaunción…
El paddock de la F.1 no sale de su asombro. Por su valentía y gallardía, el canadiense parecía invencible, inmortal. Sin embargo, la realidad les demostró otra cosa. A las 21:12 de aquel 9 de mayo de 1982, Gilles Villeneuve, de 32 años, se convirtió en leyenda…
