Ayrton Senna y Alain Prost protagonizaron el duelo más emblemático que la Fórmula 1 haya tenido hasta el momento. Y, paradójicamente, el punto más alto en esa pelea se dio cuando ambos compartieron el equipo McLaren, lugar en donde el francés era el número uno hasta que por su propio pedido llegó en 1988 el brasileño para “fortalecer” la estructura.
“La elección de mi compañero en 1988 estaba entre Senna y Nelson Piquet. Cuando fui con Ron Dennis a Japón, a reunirnos con la gente de Honda, le dije a Ron que debía escoger a Ayrton porque era el piloto con más talento, y para mí el equipo era lo primero”, reconocería luego el Profesor. Ese año se repartieron 15 de las 16 fechas (ocho para Ayrton y siete para Alain), quedándose con la corona, la primera suya en la F-1, el paulista.
En el ejercicio siguiente se vivió lo más espectacular de este duelo cuando Prost sintió que al equipo y a Honda solamente les importaba Senna y la pelea entre ambos era desigual. Sin embargo, la definición de aquel torneo dejó piezas de colección en los últimos dos Grandes Premios.
La distancia entre ambos era de 16 puntos a favor del galo. Por ello, en la prueba en Suzuka, la anteúltima, el brasileño tenía que ganar sí o sí y esperar que Prost no sume puntos para llegar con posibilidades matemáticas a la última cita, en Australia. Pese al pedido de Ron Dennis de que no se chocaran, la relación ya estaba rota y en el epílogo de la prueba japonesa, Ayrton intentó el adelantamiento sobre Alain en la chicana, pero no solo no lo pudo concretar, sino que allí terminaron sus esperanzas del bicampeonato.
Los dos MP4/5 se tocaron y quedaron, pegados, a un costado de la variante. “Sé que todo el mundo cree que lo hice a propósito. Mi versión es que no abrí la puerta, y eso es todo. No quería acabar la carrera así, había ido en cabeza desde la salida, y quería ganarla”, afirmó Prost sobre el incidente que le permitió quedarse con el cetro, el tercero, y marcharse con el 1 a Ferrari.
Pero allí no terminaría la historia entre ambos. Con Senna definitivamente como número uno en McLaren, y Prost del mismo modo en la Scuderia, en 1990 se vivió el tercer año consecutivo de un mano a mano memorable, con batallas de alto impacto y con una definición exactamente igual a la del año anterior, pero con distinto ganador.
Tras el éxito en España del francés, la distancia que Ayrton tenía se redujo a 11 unidades con 18 en juego. Pero Japón estaba marcado para que uno de los dos pierda. Otro toque en Suzuka, esta vez en la primera curva del trazado, provocó el abandono de ambos y así Senna se aseguró su segunda corona.
“Lo que ocurrió en Japón en el 90 es algo que nunca olvidaré, porque no era solo Ayrton el que estaba involucrado. Parte de la gente de McLaren, muchos comisarios, y muchos medios de comunicación estuvieron de acuerdo con lo que había hecho, y yo no podía aceptarlo. Francamente, casi me retiro después de aquella carrera”, detalló Alain tiempo después en una entrevista en la que únicamente habló de su relación con Senna. Luego ambos compartirían dos años más en la Máxima, con un título más por bando, hasta que en 1993 el francés determinó retirarse.
Luego de este episodio, el mismísimo Senna reconocería que sin Prost en la grilla, le era difícil encontrar una motivación para correr como la que tuvo cuando ambos luchaban mano a mano en cada Gran Premio. “Honestamente, es muy difícil para mi hablar de Ayrton, y no es solo porque ya no esté aquí. Era tan diferente, tan completamente diferente de cualquier otro piloto que haya conocido… Fue el mejor piloto contra el que he competido, con gran diferencia. Era, por lejos, el piloto más comprometido que he visto. Francamente, creo que el piloto más inteligente en la pista fue Niki, pero en global Ayrton era el mejor. Tuvo éxito en todo lo que le importaba, en todo lo que se propuso conseguir”, agregó Prost.
Queda claro que a pesar de haber protagonizado uno de los duelos más espectaculares de la Fórmula 1, sino el más, ambos se admiraban y por algo se querían ganar mutuamente. “Hubo algo que nunca cambió, incluso cuando nuestra relación estaba en su peor momento, y eso fue el gran respeto que cada uno sentía por el otro como piloto. No creo que a ninguno de los dos nos importara demasiado el resto”, concluyó el francés.
