El Turismo Carretera, la categoría más emblemática del automovilismo argentino, enfrenta nuevamente un escándalo que mancha su prestigio y, lo que es peor, pone en duda la legitimidad del campeonato 2024. El último fin de semana en San Luis, varios autos fueron denunciados y excluidos por irregularidades técnicas, un golpe durísimo a la credibilidad de la categoría en un momento en el que la Asociación Corredores Turismo Carretera intentar poner orden con nuevas medidas.
El detonante fue la denuncia de Esteban Gini, uno de los pilotos que pelea por la Copa de Oro, quien puso en el ojo de la tormenta a los tres primeros clasificados: Julián Santero, José Manuel Urcera y Facundo Ardusso. De estos, Urcera y Ardusso fueron excluidos. Urcera porque su equipo decidió no presentar su auto a la inspección técnica, mientras que Ardusso fue sancionado por una anomalía en el múltiple de admisión. Además de ellos, otros pilotos, como Juan Martín Trucco y Federico Iribarne, también fueron excluidos por exceso en la cilindrada de sus motores (33cc y 44cc, respectivamente).
El hecho de que haya autos que se salten las reglas técnicas no es nuevo en el automovilismo, pero lo grave en este caso es que estas irregularidades se hayan expuesto justo en un momento en el que la ACTC había decidido clarificar y reforzar las normativas.
En la previa a San Luis, se había implementado una directiva que establecía topes de cilindrada para cada tipo de motor, buscando uniformidad y transparencia. Sin embargo, los resultados de este fin de semana demuestran que estas medidas llegaron demasiado tarde o, peor aún, que son ineficaces.
Este escándalo no hace más que reforzar lo que se venía rumoreando por los boxes del TC desde hace tiempo: algunos autos competían con motores fuera de reglamento, obteniendo ventajas injustas y, lo que es más preocupante, haciéndolo a plena vista hasta que alguien se atreva a denunciarlo.
La pregunta que surge inevitablemente es: ¿por qué tiene que ser un piloto como Esteban Gini el que levante la voz en lugar de la propia Comisión Técnica de la ACTC que debería estar controlando estas situaciones desde el primer momento?
De hecho, el propio Gini afirmó públicamente que en los boxes “había mucho murmullos y quejas” y que eso lo motivó a hacer la denuncia. Además, el Tubo afirmó que esperaba el respaldo de más colegas, pero que “al momento de denunciar se lavaron las manos completamente”…
En este contexto es alarmante la declaración de Roberto Valle, dueño del equipo de Ardusso, quien al referirse a la exclusión de su piloto comentó con notable desdén: “Estoy re caliente y voy a decir cosas que me van a perjudicar. Nos echaron por una anomalía en la admisión… Comparado con todo lo que se hace es una boludez”. Esta afirmación deja entrever que las irregularidades en el TC no son un hecho aislado, sino que hay muchas más violaciones al reglamento que pasan desapercibidas o se dejan pasar…
EL ENOJO DE ROBERTO VALLE
Es importante recordar que Valle no es solo propietario de un auto de TC, sino también un miembro de la naciente categoría Turismo Carretera 2000, que será fiscalizada por la ACTC. Si alguien en su posición, con su conocimiento interno del ACTC, afirma que hay problemas más graves, deberíamos prestar atención.
Por otra parte, la actitud del equipo de Urcera también genera inquietudes ya que la escudería pertenece a Emanuel Moriatis, presidente de la Asociación de Pilotos de Automóviles de Turismo (APAT), cuya categoría Turismo Nacional también está bajo la órbita de la ACTC. La decisión de no presentar el auto deja en evidencia un conflicto de intereses preocupante que afecta también podría afectara la imagen del Turismo Carretera y otras categorías que regula la misma entidad.
Y como si todo esto fuera poco sorprendió la congoja mostrada por Pablo Sala, integrante de la CAF de la ACTC, cuando confirmó la serie de exclusiones. Sala afirmó sobre la situación “que no era uno de los mejores días para la categoría” y que se iban de San Luis “con un sabor amorgo”. Llamativos conceptos cuando en realidad deberían estar contentos y satisfechos por haber detectado a los autos fuera de reglamento, por más que eso haya ocurrido por una denuncia y no de oficio.
En un deporte donde la pasión de los fanáticos y el honor de los pilotos son los motores que lo impulsan, permitir que autos fuera de reglamento compitan sin consecuencias claras socava la legitimidad de todos los participantes. ¿Cómo se puede confiar en un campeonato donde las reglas parecen ser opcionales para algunos? ¿Qué mensaje se les está dando a los equipos que invierten tiempo y recursos en cumplir con las normativas si al final del día la trampa paga?
Es imperativo que la ACTC tome cartas en el asunto de manera contundente y transparente. No se trata solo de las exclusiones de San Luis, sino de limpiar el aire en una categoría que debería ser el ejemplo de profesionalismo en el automovilismo nacional. Si las medidas no son claras y las sanciones no son ejemplares, el Turismo Carretera corre el riesgo de perder mucho más que un campeonato: perderá la confianza de sus seguidores, de sus propios pilotos y, en última instancia, su prestigio.
