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El rugir de los motores, la velocidad vertiginosa y la emoción desbordante. La Fórmula 1, la máxima categoría del automovilismo, ha sido objeto de deseo para los argentinos desde hace décadas. Sin embargo, a pesar de las innumerables promesas y declaraciones entusiastas por parte de los políticos, el regreso de la F.1 a la Argentina sigue siendo un anhelo insatisfecho.
La última voz en elevar las esperanzas fue Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y candidato a presidente en las próximas elecciones.
En el marco de las recientes obras realizadas en el Autódromo de Buenos Aires, Rodríguez Larreta expresó: “Todos queremos que vuelva la Fórmula 1 y esta obra nos deja muy cerca de ese sueño. Estos trabajos permitirán dejar la pista en condiciones de conseguir una homologación grado 2 de la Federación Internacional del Automóvil, que es la categoría previa a la que requiere la F.1”.
Sin embargo, estas palabras nos recuerdan las promesas incumplidas del pasado y la frustración que han generado en los aficionados al automovilismo en la Argentina. En 2012, durante su segundo mandato, Cristina Fernández de Kirchner afirmó: “Me trajeron la propuesta de hacer la Fórmula 1 en la Argentina y lo estamos cerrando. Si Dios quiere, vamos a tener la Fórmula 1 en la Argentina…”. La expectativa se disparó, pero la realidad se encargó de apagar esa llama. Aquel proyecto, que no llegó a cristalizarse, tenía como eje un circuito callejero en Mar del Plata.
Mauricio Macri, en 2013, cuando era jefe de gobierno porteño, también se sumó a las promesas. “Estamos trabajando para que vuelva la Fórmula 1. Esta decisión tiene que ver con la identidad ‘tuerca’ de la Ciudad. Que vuelva la F.1 a Buenos Aires lleva su tiempo, pero hay que empezar a trabajar con seriedad para recuperar esa fecha en el calendario internacional. Estamos apuntando para el 2015 o el 2016”. Sin embargo, el tiempo siguió su curso y la Fórmula 1 no encontró su camino de vuelta.
Gustavo Santos, ministro de Turismo durante la gestión presidencial de Macri, afirmó en 2016, cuando se le consultó sobre el tema: “El objetivo es fortalecer y posicionar nuestra marca. Son pruebas que tienen un costo y una complicación, pero está la decisión de buscar éste y otros grandes eventos”. Pero las palabras no se tradujeron en acciones concretas y los fanáticos del automovilismo continuaron esperando en vano.
Matías Lammens, ministro de Turismo y Deporte del actual gobierno de Alberto Fernández, expresó en enero de 2020 su deseo de trabajar para recuperar la Fórmula 1: “Somos un centro de atracción deportiva, especialmente para los atletas que tenemos. Nos gustaría trabajar para recuperar la Fórmula 1 en unos años. Para Argentina, sería muy interesante desde el punto de vista deportivo y turístico”. Sin embargo, las esperanzas se desvanecieron una vez más, dejando un sabor amargo en la boca de los seguidores del automovilismo argentino.
Es evidente que los políticos han utilizado la Fórmula 1 como una herramienta para crear expectativas y ganar apoyo popular, pero la realidad ha demostrado que las promesas no se han materializado.
El regreso de la máxima categoría del automovilismo a Argentina requiere no solo declaraciones entusiastas, sino también acciones firmes y compromisos reales. Los fanáticos merecen algo más que palabras vacías y esperanzas efímeras.