Fórmula 1

Cuando la F.1 no perdona

El HRT fue el primero en bajar los brazos. Dejó la F.1 en 2012 luego de tres temporadas.
Para recuperarse de la salida de constructores como Honda, Toyota y BMW, que dejaron la Fórmula 1 en 2008 afectados por la crisis financiera global, la Federación Internacional del Automóvil abrió la inscripción a nuevos equipos para la temporada 2010 con la promesa de que la categoría tendría un presupuesto obligatorio para todos de no más de 45 millones de euros.

Luego de analizar los diferentes proyectos, la FIA, en ese entonces dirigida por el inglés Max Mosley, aprobó la inscripción de cuatro estructuras: 1Malaysia F1 Team, Campos Meta 1 F1 Team, Manor y USF1. De esta manera, el parque de la Máxima pasaba de 20 autos a 26, una cifra de participantes que hacía tiempo no tenía.

Sin embargo, antes de comenzar el torneo el cuarteto se transformó en un trío: el USF1, que tenía como uno de sus pilotos al argentino José María López, jamás terminó su auto y su proyecto culminó en escándalo y en una estafa para todos aquellos que habían aportado dinero creyendo en las palabras del ingeniero Ken Anderson y el periodista Peter Windsor…

El 1Malaysia F1 Team, con el malayo Tony Fernandes a la cabeza, cambió su nombre y se convirtió en Lotus Racing, aunque en 2012 varió otra vez su denominación para llamarse Caterham; el Campos Meta 1 F1 Team fue adquirido por el empresario español José Ramón Carabante y se transformó en Hispania Racing Team (HRT) y la licencia de Manor fue adquirida por el magnate inglés Richard Brandson y así nació el Virgin Racing.

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Las nuevas escuderías arrancaron con mucho ímpetu aquel 2010, pero pronto chocaron con la dura realidad: era imposible correr en la F-1 gastando menos de 45 millones de euros al año. Y así fue que, poco a poco, sus finanzas fueron de mal en peor.

El primero en bajarse fue HRT, que se retiró a fines de 2012 y tras pasar por diversas manos. Fernandes mantuvo el sueño de Caterham hasta mediados de 2014, temporada en la que los gastos se incrementaron por la utilización de los nuevos motores V6 con turbo y sistema híbrido, pero los nuevos dueños no lograron subsistir y a fin de ese certamen se declaró en la bancarrota. Aunque la administradora que estaba a su cargo intentó encontrar un nuevo dueño, no logró su objetivo y para pagarle a los acreedores organizó una subasta de todos los activos, incluidos los F-1 usados.

Mientras que Brandson encontró en noviembre de 2010 un socio con quien compartir los gastos: la automotriz rusa Marussia Motors, que tomó el control definitivo del equipo un año después. La crisis no se hizo esperar y Manor tomó de nuevo el control del equipo en 2016, pero la aventura terminó a fines de ese año pese a asegurarse contar con los motores de Mercedes-Benz.

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Así, USF1, Caterham, Hispania y Manor se convirtieron en un triste recuerdo de una categoría que no conoce la piedad.

 

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