Zak Brown: el estratega que le devolvió a McLaren la gloria
De piloto frustrado a CEO campeón: la historia del hombre que cambió la cultura de Woking.
Cuando Zak Brown tomó el mando de McLaren, el equipo ya no era el gigante de los ‘80 ni el laboratorio tecnológico de los ‘90. Era un mito con las luces bajas, erosionado por derrotas, deudas y un ego institucional herido. Siete años después, esa misma estructura volvió a reinar en la Fórmula 1. El hombre que lo logró no era ingeniero ni heredero: era un ex piloto de medio pelo que había aprendido a vender sueños antes que autos. Un tipo de California que convirtió el marketing en su combustible, el storytelling en su herramienta y la pasión en su sistema de gestión.
Hoy, mientras levanta trofeos con Lando Norris y Oscar Piastri y enfrenta un juicio millonario con Alex Palou, Zakary Challen Brown ya no solo dirige un equipo: dirige una narrativa, la de un renacimiento que se volvió caso de estudio en la F.1 moderna.
DE LOS KARTS AL MARKETING GLOBAL

Nacido en California en 1971 y criado en el Valle de San Fernando, Brown soñaba con ser campeón del mundo. A los 13 años ya corría en karting; a los 20, ganaba en Formula Ford y Formula Opel en Europa. Pero no alcanzó la cima. La vida, sin embargo, le tenía reservada otra grilla: la de los negocios.
En 1995 fundó Just Marketing International (JMI), una agencia que reinventó la relación entre marcas y automovilismo. En una década, pasó de operar desde un garaje a ser la mayor firma de marketing deportivo del mundo, con clientes que iban desde Honda hasta Johnnie Walker. Fue incluido tres veces en el Forty Under 40 de Sports Business Journal y se ganó el apodo de “el hombre que vendió la F.1 al mundo corporativo”.
UN PILOTO QUE NUNCA COLGÓ EL CASCO
A diferencia de otros ejecutivos, Brown jamás abandonó el traje ignífugo. Corrió en las 24 Horas de Daytona, 12 Horas de Sebring y en la Ferrari Challenge, donde ganó en Montreal. En 2009 fundó United Autosports, junto a Richard Dean, un equipo que hoy compite en el WEC, ELMS y las 24 Horas de Le Mans.
Su amor por la historia del automovilismo también se refleja en su garaje: Brown posee reliquias como el McLaren MP4/6 con el que Ayrton Senna ganó en Mónaco 1991 hasta el Lola T93/00 con el que Nigel Mansell fue campeón del CART, hoy IndyCar.y
EL PASO POR LOS MEDIOS Y EL PODER DEL RELATO

Brown entendió pronto que la competencia por la atención era tan intensa como la de la pista. Entre 2016 y 2019 fue presidente no ejecutivo de Motorsport Network, el conglomerado digital que agrupa medios líderes del automovilismo y la industria automotriz a nivel mundial.
Desde ese rol, ayudó a profesionalizar la cobertura global del deporte motor y a consolidar la presencia de las marcas en el entorno digital.
Esa experiencia, más que un apéndice de su carrera, reforzó su capacidad para conectar con fans, sponsors y audiencias. Supo que el negocio del automovilismo también se gana con historias bien contadas.
EL RENACIMIENTO DE McLAREN

Brown llegó a McLaren Technology Group en 2016, en plena crisis deportiva y económica. Tras la salida de Ron Dennis y años sin podios, tomó el control de McLaren Racing en 2018 y aplicó su receta: estructura horizontal, liderazgo emocional y diversificación.
Apostó por jóvenes como Lando Norris y Oscar Piastri, impulsó el regreso de McLaren a IndyCar, WEC y Extreme E, y convirtió a la marca en una plataforma global más allá de la F.1. Su estilo -menos aristocrático que el de Ron Dennis, más amistoso que el de Martin Whitmarsh– revitalizó el espíritu de Woking.
Bajo su gestión, McLaren volvió a ganar el Campeonato de Constructores en 2024 y 2025. Brown celebró tatuándose ambos trazados en su brazo derecho, un gesto que mezcla fanatismo con marketing: sabe que la piel también comunica.
EL LADO B DEL ÉXITO
No todo es champagne. Su enfrentamiento legal con Alex Palou, el campeón de IndyCar que rompió un contrato con McLaren, lo colocó en un frente inesperado: el de los tribunales. Brown reclama 20 millones de dólares y busca sentar un precedente sobre la seriedad de los acuerdos en el automovilismo moderno.

El caso, que se resolverá en noviembre, contrasta con su imagen pública de ejecutivo carismático. Pero quienes lo conocen aseguran que su sonrisa nunca tapa la convicción de hierro con la que conduce la empresa: para él, el éxito también se mide en cumplimiento y reputación.
MÁS QUE UN CEO
Fuera de los boxes, Brown colecciona autos, cascos, documentos históricos y trofeos. Es fanático de la cultura del deporte tanto como del negocio. Vive en Surrey con su esposa y sus dos hijos -McGuire y Maxwell-, y sigue siendo, en esencia, aquel adolescente que usó su premio de 3.000 dólares que ganó en el programa televisivo La Rueda de la Fortuna para comprar su primer kart.
Su carrera es una parábola del nuevo automovilismo: el del emprendedor que convierte su pasión en empresa. En McLaren lo llaman “el jefe más humano que tuvo la fábrica”. Y quizás sea cierto. Porque Brown entendió algo que otros olvidaron: en la era de los datos, las emociones siguen siendo el mejor combustible.