
Fue uno de esos días donde el tiempo se dobla. Por la mañana, la Renault Fuego con la que Ernesto “Tito” Bessone ganó su primera carrera en el TC2000 volvió a ver la luz. Restaurada con amor y precisión por los hermanos Medina, fue presentada ante una pequeña multitud emocionada que no necesitaba demasiadas palabras. La Fuego estaba de vuelta. Brillante. Viva. Lista para contarnos, una vez más, quiénes fuimos.
Unas horas después, como si el universo decidiera cerrar el círculo, el Halcón Motorsport confirmó que Tito Bessone regresará al TC2000 con un VW Nivus, permitiéndole al campeón de la especialidad de 1996 ser parte de la nueva era de la categoría. No hubo show armado ni guión cinematográfico. Solo una coincidencia tan poderosa que podría haber sido escrita por el destino. No estuvieron juntos -ni el auto ni el piloto ni el nuevo SUV compartieron espacio-, pero la historia ya había hecho lo suyo: unir pasado y presente en una misma jornada, con el mismo protagonista.
BESSONE: LA LLAMA QUE NO SE APAGA
Hay corredores que se van. Y hay leyendas que simplemente descansan. Bessone es de estos últimos. Desde su debut hasta hoy, corrió en todas las categorías argentinas importantes y las ganó todas. Siete títulos, decenas de victorias, una carrera que no necesitaba más nada… hasta que apareció el llamado de la nueva era del TC2000.
“Es una emoción enorme volver al TC2000. En 1985 viví el cambio del Renault 18 por la Fuego. Ahora, casi 40 años después, soy parte de otro cambio radical con la llegada de los SUV. Es un orgullo ser parte”, dijo Tito, con esa mezcla justa de emoción contenida y compromiso serio que lo caracteriza.
Con 67 primaveras en su espalda, Tito correrá en Oberá, un trazado técnico que no regala nada. Lo hará con una Nivus del equipo Halcón Motorsport, con el número 44. Lo hará no para “ver qué pasa”, sino para competir de verdad. Porque si algo demostró Bessone a lo largo de cuatro décadas, es que no vuelve para figurar.
RENAULT FUEGO: LA RESURRECCIÓN DE UNA GLORIA CHAMUSCADA
La historia de la coupé que le dio a Tito su primer gran triunfo en el TC2000 parecía haber quedado atrapada en los pliegues del tiempo. Después de ganar en Las Flores en 1985, ese auto desapareció del mapa. Literalmente. Fue olvidado, modificado, incluso sobrevivió a un incendio.
Hasta que aparecieron los hermanos Medina. Fanáticos, obsesivos, artesanos del automovilismo argentino. Con la ayuda de Sinteplast y un equipo que trabajó durante más de un año, devolvieron al auto su espíritu original. No es una réplica. Es el auto. El mismo. Restaurado desde las entrañas. “Esto no es solo trabajo. Esto nos atraviesa”, dijeron con los ojos húmedos.
Tito participó del evento. Lo vio brillar. Se emocionó. Tocó el techo con la palma, como saludando a un viejo amigo. No dijo mucho. No hizo falta. La historia estaba hablándole a él en voz baja.
UN SUV EN EL PRESENTE, UNA COUPÉ EN EL RECUERDO
El contraste no puede ser más evidente. Por un lado, un modelo de los ‘80, con sus líneas filosas y su alma de fierros. Por otro, un SUV moderno, redondeado, eficiente, tecnológico. Pero en el medio está Tito. Y ahí es donde todo se conecta.
La Volkswagen Nivus es parte del nuevo ADN del TC2000: una categoría que busca representar al mercado automotriz real, actual, de calle. Es una revolución necesaria, pero también arriesgada. ¿Cómo se mantiene la esencia del deporte con vehículos tan distintos? Quizás, la respuesta está justo en este regreso. En esa figura veterana que lo vivió todo y aún quiere más.
El Nivus de Bessone no será solo un auto más. Será el vehículo que simbolice la continuidad. El hilo rojo que une el rugido analógico de los ‘80 con el zumbido sofisticado del siglo XXI.
EL AUTOMOVILISMO NECESITA DE ESTAS HISTORIAS
El automovilismo argentino no vive solo de velocidad y cronómetros. Vive de emociones. De símbolos. De momentos como este. Donde dos tiempos se rozan sin tocarse. Donde un auto que se creía perdido vuelve a brillar. Y donde un piloto que ya había escrito su historia decide seguir escribiendo una nueva página.
Tito no regresa por nostalgia. Regresa porque todavía tiene algo que decir. Porque sabe que su nombre no está hecho solo de glorias pasadas, sino de presente con olor a goma quemada y futuro con fe en la pista. Y porque entiende algo que pocos comprenden: que en el automovilismo, como en la vida, no se trata solo de ir rápido. Se trata de saber cuándo volver.