El automovilismo sudamericano está a punto de vivir un evento histórico con la llegada del Stock Car Pro Series de Brasil al autódromo de Buenos Aires, como parte del Festival Sudamericano de Velocidad. Para entender la importancia de este hecho, es necesario sumergirse en la rica historia de la categoría brasileña que ha sido un pilar del automovilismo en la región desde su creación en 1979.
El Stock Car nació inspirado en la famosa NASCAR estadounidense. Fue la Asociación Brasileña de Revendedores Chevrolet la que decidió impulsar esta categoría en Brasil, con una primera carrera el 22 de abril de 1979 en el autódromo de Tarumã, Viamão (Río Grande del Sur). Los vehículos que participaron en la primera competencia eran Chevrolet Opala, autos de paseo ligeramente modificados para la competición.
El carioca João Carlos Palhares, conocido como “Capeta”, fue quien marcó la primera pole position en la historia de la categoría. Sin embargo, el triunfo en la carrera inaugural fue para el paulista Affonso Giaffone Júnior. Al final de esa temporada, Paulo Gomes se consagraría como el primer campeón de Stock Car, un título que logró por solo tres puntos de diferencia sobre Alencar Júnior, lo que marcó el inicio de una era prometedora para el automovilismo brasileño.
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Durante los años 80, el Stock Car experimentó una evolución significativa. Se implementaron mejoras en seguridad y los autos se volvieron más rápidos, lo que contribuyó a que la categoría ganara una sólida base de aficionados. En 1982 dio su primer paso fuera de Brasil al realizar una carrera en el autódromo de Estoril, Portugal, que fue ganada por Paulo Gomes.
La popularidad del Stock Car creció tanto que las carreras alcanzaron un promedio de 50.000 espectadores. A finales de la década, la categoría ya estaba consolidada, con parrillas llenas de pilotos talentosos, y fue en 1989 cuando comenzó el dominio del legendario Ingo Hoffmann, estableciendo una hegemonía sin precedentes.
La década de 1990 estuvo marcada por el dominio casi absoluto de Hoffmann, quien obtuvo ocho títulos en total, seis de ellos consecutivos. Fue un período de cambios importantes, entre ellos el retiro del icónico Chevrolet Opala y la introducción del Omega como auto base a partir de 1994, lo que generó gran expectativa entre los seguidores de la categoría.
Hoffmann se asoció con Ângelo Giombelli entre 1991 y 1993, formando la única dupla que ha ganado tres campeonatos seguidos en la historia del Stock Car. Solo dos pilotos, Paulo Gomes y Chico Serra, lograron interrumpir el dominio de Hoffmann en esa década, subrayando su supremacía en las pistas.
El nuevo milenio trajo consigo grandes innovaciones. En el 2000, Stock Car dejó de utilizar vehículos de calle adaptados y comenzó a emplear chasis tubulares fabricados específicamente para la competición. También adoptó motores V8 importados de Estados Unidos y se convirtió en una categoría multimarcas con la entrada de Mitsubishi, Peugeot y Volkswagen, además de la histórica participación de Chevrolet.
Durante estos años, la parrilla de Stock Car alcanzó un récord de 40 autos en 2005, cuando se celebró una carrera en Buenos Aires, un antecedente clave para la actual visita de la categoría a Argentina. La creación de la Corrida del Milhão en 2008 fue otro hito importante, ofreciendo un premio de un millón de dólares al ganador y consolidando al Stock Car como una de las competiciones más emocionantes del continente.
El Stock Car ha seguido evolucionando, atrayendo a grandes nombres del automovilismo internacional. La entrada de pilotos como Rubens Barrichello en 2012, quien se consagró campeón en 2014, dio un nuevo aire a la categoría.
La década de 2010 estuvo marcada por eventos especiales como la Corrida do Milhão, que premiaba con un millón de dólares al ganador, y la participación de pilotos que habían brillado en categorías como la Fórmula 1. Estos ingredientes posicionaron al Stock Car entre las principales categorías de automovilismo en el mundo.
En la última década, el Stock Car continuó evolucionando, adaptándose a los cambios tecnológicos y las exigencias del público. Con la introducción del Chevrolet Cruze y el Toyota Corolla como autos base, la categoría se volvió aún más competitiva, mientras que la pandemia de 2020 no frenó su crecimiento. Bajo la gestión del Grupo Veloci, el Stock Car se prepara para una revolución, con la esperada introducción de los SUV en 2025.
La presencia del Stock Car en Buenos Aires, en el marco del Festival Sudamericano de Velocidad, establece un emocionante regreso de la categoría a tierras argentinas después de mucho tiempo. Los aficionados al automovilismo sudamericano tienen la oportunidad de presenciar de cerca una de las competiciones más relevantes del mundo, que combina velocidad, tecnología y una historia rica en tradición.