
Nicolás Cavigliasso y Valentina Pertegarini, el matrimonio más extremo del mundo
Tuvieron un 2025 de ensueño. Lo arrancaron con una victoria en el Rally Dakar y lo terminaron con su consagración en el W2RC. En el 2026 van por más.
Comenzaron el 2025 ganando el Rally Dakar en la categoría Challenger, en su tercer intento como dupla, y cerraron la temporada como campeones del W2RC. En un mismo año, los cordobeses Nicolás Cavigliasso y Valentina Pertegarini transformaron su historia personal en un hecho inédito para el deporte motor argentino -y también mundial-, ya que jamás un matrimonio había alcanzado la cima de la especialidad más extrema del todo terreno.
El logro no es aislado: ratifica el poderío argentino en el Rally-Raid, una disciplina donde los nuestros ya escribieron capítulos memorables. Desde los hermanos Marcos y Alejandro Patronelli, el propio Cavigliasso y Manu Andújar en cuatriciclos, hasta los Benavides, con Kevin bicampeón del Dakar y Luciano campeón mundial en motos, y el ascendente Juan Cruz Yacopini en la categoría T1+, la bandera celeste y blanca volvió a flamear entre los gigantes del desierto.

Solo que esta vez, el triunfo llegó desde la cabina de un pequeño prototipo compartida por una pareja que decidió correr, sufrir y ganar juntos.
DAKAR: EL PRIMER GOLPE DE UNA TEMPORADA PERFECTA
El Dakar no se gana: se sobrevive. Quince días de carrera, más de ocho mil kilómetros entre piedras, arena y enlaces interminables. Jornadas que empiezan antes del amanecer y terminan de noche, con los mecánicos trabajando mientras los pilotos intentan dormir unas pocas horas.
En esa locura “organizada”, Cavigliasso y Pertegarini firmaron una actuación impecable este año. Ganaron etapas, resistieron cuando otros caían y se mantuvieron fríos en el caos. Así lograron anotar sus nombres entre los vencedores de la prueba más difícil del planeta.

“A las 4:30 suena el despertador. Desayuno, enlace, especial, briefing y dormir si se puede”, describe Cavigliasso, como quien enumera algo cotidiano. “Entre el desayuno y la cena comemos una barrita o un gel. A veces meto papas fritas bajo el casco”, agrega Valen, entre risas.
No hay glamour: hay resistencia. “El segundo día te duele el cuello, al quince no te lo aguantás más. Pero tenés que seguir. En el Dakar, cuando todos están cansados, ahí se gana”, resume Nico.
La victoria dakariana fue el punto de partida de un año perfecto. No solo por el resultado, sino porque los consolidó como una pareja de acero dentro de una especialidad que no es para cobardes. Desde ahí, el calendario mundial los esperaba.
UNA TEMPORADA PARA LA HISTORIA
En el W2RC, con el Taurus T3 Max primero y luego el Taurus T3 EVO, se consolidaron como una dupla implacable que desafió presupuestos, mecánicas y fronteras.

Tras la victoria en el Dakar, siguió con la resistencia en Abu Dhabi, donde sobrevivieron a un vuelco y varias fallas mecánicas, y continuó con un podio en Sudáfrica, en un rally durísimo que mezcló desierto y montaña.
La regularidad fue su gran arma. En Portugal, Valentina se aseguró matemáticamente el título de navegantes tras otra actuación sólida. La definición llegó en Marruecos: fueron segundos en la carrera,pero campeones del mundo.
De principio a fin, su temporada fue una muestra de consistencia y carácter. Pocos equipos privados lograron mantenerse competitivos frente a otras estructuras con presupuestos muy superiores. Ellos lo hicieron con precisión, trabajo y una confianza que solo da una relación forjada en años de vida compartida.
DEL CUATRI AL UTV: EL SALTO QUE CAMBIÓ SU DESTINO
“En mi familia nadie es fierrero, pero me compraron un cuatri para ir a la escuela y lo rompí haciendo saltos.” Así resume Nico su entrada al deporte motor. En los cuatriciclos encontró su hábitat natural y también su primer gran triunfo: ganó el Dakar 2019, cuando la carrera aún se disputaba en Sudamérica. De esa victoria aún se recuerda su gesto de amor: pedirle matrimonio a Vale en el podio.

Con el traslado de la carrera a Arabia Saudita, el escenario se transformó por completo. “La categoría se vació. En 2021 éramos apenas quince. Perdió interés y ya no tenía sentido seguir ahí.”
La decisión fue tan simple como radical: cambiar de mundo. Decidió seguir sobre cuatro ruedas, pero arriba de un UTV de la creciente categoría Side by Side. “El cambio fue durísimo. Pensamos que iba a ser diferente y realmente nos topamos con una realidad que nos obligó a aprender todo.”
Ese primer Dakar en 2023, ya con Valentina como navegante, fue una pesadilla mecánica y emocional. No llegaron donde esperaban, pero allí conocieron a Marcelo Carballar, quien conoce la carrera como pocos y les marcó el camino que terminaría por consagrarlos. “Marcelo fue clave. Nos ayudó a entender cómo armar el equipo, con quién trabajar y hacia dónde ir. Desde entonces, todo cambió.”
Desde entonces, la historia tomó velocidad: tres Dakar juntos, una victoria general y un título mundial.
UN VÍNCULO A PRUEBA DE DESIERTO

“Arriba del auto hablamos un dialecto que solo nosotros entendemos”, dice Valentina. Y no exagera. Con Nico se conocen desde la escuela primaria, cuando iniciaron un noviazgo que luego se transformó en matrimonio. La historia entre ellos es más larga que cualquier enlace del Dakar. Juntos aprendieron a navegar, a soportar los silencios y a sobrevivir a los días en los que el sol derrite la paciencia.
“Si alguien escuchara cómo nos hablamos arriba del UTV sería un meme atrás de otro”, bromea ella. Lo cierto es que ese lenguaje -producto de años compartidos- es más valioso que el GPS más sofisticado del mundo.
“Mi miedo era no llevarlo lo suficientemente rápido. Tenés que marcarle el ritmo, decirle cuándo acelerar y cuándo cuidar”, confiesa Valentina, cuya precisión ha sido puesta a prueba en los terrenos más hostiles del W2RC.
VALENTINA, BICAMPEONA Y SÍMBOLO
El título de Valentina tiene doble valor. Por un lado, es bicampeona mundial entre los navegantes. Por otro, es la única mujer del automovilismo argentino con una corona FIA.

Pero lo que hoy se celebra como un logro histórico tuvo un trasfondo áspero. “Me tocó ser mujer y ser ‘la esposa de’. Pensaban que salíamos a pasear. No sabían que somos los dos más competitivos que existen”, cuenta.
Esa mirada prejuiciosa todavía aparece en los campamentos, aunque Valentina ya aprendió a reírse. “Ganamos el Dakar y al mes siguiente me preguntaban si me lo había aguantado todo. Y sí, había corrido yo los quince días en el desierto…”.
Y entonces, deja una definición que debería repetirse en cada campamento dakariano: “No entiendo por qué la velocidad tendría género. El automovilismo no pasa por ser hombre o mujer, sino por la adrenalina y las ganas de ir fuerte. En nuestra categoría no hay distinción: corremos todos juntos y ganan los más rápidos, punto.”
Ese enfoque directo y sin concesiones no solo refuerza su lugar como referente, sino que también desnuda la paradoja del Rally-Raid moderno: una disciplina donde las mujeres demuestran igualdad en la pista, aunque el sistema todavía las mire de reojo.
LA RECOMPENSA DEL POLVO

Hoy, con auto nuevo, equipo nuevo y un título mundial, Cavigliasso y Pertegarini se preparan para volver a Arabia Saudita con una meta simple y enorme: defender la corona.
Antes participarán de la Gala de la FIA, el mismo escenario donde suben los campeones de Fórmula 1 y WRC. Valentina ya había estado el año pasado, y Nicolás también, aunque como acompañante. Esta vez, los dos entrarán con credencial dorada, símbolo de que la pareja que se conoció en un aula cordobesa llegó al mismo nivel que los mejores del planeta.
Pero Nico mira más allá de ese momento: “Dar el salto a la categoría T1+ sería un sueño. Pero los presupuestos son enormes. Ojalá este título abra alguna puerta.”
El futuro puede esperar. Lo que ya lograron pertenece a la historia. Ganaron el Dakar, ganaron el Mundial y demostraron que se puede alcanzar la cima sin perder la esencia ni la complicidad. Y si el Dakar es una guerra, ellos aprendieron a ganarla juntos, entre polvo, confianza y amor. “Terminamos con un campeonato del mundo que nos llena de felicidad. Ahora hay que defenderlo.”