La película Grand Prix, estrenada en 1966, permitió que el automovilismo llegara a un gran público y no solo a aquellos fanáticos de la velocidad. De aquel film dirigido por John Frankenheimer y protagonizado por James Garner se recuerdan muchas cosas, a pesar de los años transcurridos. Tales como las impresionantes tomas de acción, la banda sonora de Maurice Jarre, que en la Argentina fue la cortina de Carburando; y hasta la bellísima Françoise Hardy, quien falleció el pasado martes 11 de junio a los 80 años después de padecer una grave enfermedad.
Hardy interpretaba a Lisa, la novia del piloto italiano Nino Barlini (Antonio Sábato), una joven promesa de la Fórmula 1. Esta francesa, que entonces tenía 22 años, era una auténtica celebridad en su país gracias a la música.
Desde los 17 era artista de la discográfica Vogue y al momento del rodaje de Grand Prix ya tenía cuatro álbumes editados repletos de canciones yé-yé, como se conocía al estilo musical que escuchaban los jóvenes de Francia, España, Italia y buena parte de Iberoamérica. Pese al reconocimiento del que gozaba Françoise, su papel en la obra de Frankenheimer le permitió darse a conocer en varios otros países.
Además de destacarse por su hermosa voz, Hardy también sobresalió por su estilo naif. Esa simpleza, que la convirtió en un ícono de la moda de aquellos años, fue la misma que le transmitió al personaje de Lisa.
Tras la experiencia de Grand Prix, la gala siguió con su carrera de cantautora (grabó un total de 28 álbumes) y hasta fue la musa inspiradora de varios artistas contemporáneos como Bob Dylan, Jacques Prévert y Guy Peellaert, además de ser la “mujer ideal” para Mick Jagger y la “esencia del estilo francés” para el diseñador Nicolas Ghesquière.
Aún hoy en día sus fotos en medio de la calle de boxes o arriba de un F.1 de los ’60 siguen siendo utilizadas como símbolo de una época, sin mencionar todas las páginas de tumblr y cuentas de Instagram que le rinden tributo.
Pero detrás de esos ojos azules y esa sonrisa serena que contrastaba con el vértigo que propone Grand Prix había una triste historia que pocos conocen.
Françoise Hardy solicitó a mediados de 2021 que le sea permitida la eutanasia por no poder soportar las secuelas del cáncer que padecía desde 2019 y que le provocan problemas respiratorios, crisis de asfixia y hemorragias.
A eso se suma que el tratamiento de radioterapia le redujo en gran medida el uso de la voz por anular el funcionamiento de las glándulas salivares, y la dejó parcialmente sorda. “No tengo miedo a morir, pero sí tengo mucho miedo a sufrir”, reconoció una vez.
En el artículo también reconocía que su madre, que sufría Esclerosis Lateral Amiotrófica, había la eutanasia con la colaboración de ella misma y un médico cuando ya no pudo soportar más las secuelas de su enfermedad.
“Mi sufrimiento ya ha sido tan terrible que temo que la muerte me obligue a sufrir aún más”, reflexionó la cantante que pedía en honor a su vida tener una muerte digna…