El Turismo Carretera atraviesa una tormenta tras las exclusiones masivas en la carrera de San Luis, donde las verificaciones técnicas revelaron graves anomalías en varios autos, afectando directamente a algunos de los principales protagonistas de la Copa de Oro. En medio del escándalo, la Comisión Asesora y Fiscalizadora (CAF) de la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) actuó rápidamente para sancionar a los pilotos involucrados. Las multas aplicadas suman un total de 25 millones de pesos, pero el daño a la credibilidad del TC podría ser mucho más costoso.
José Manuel Urcera, quien no presentó su auto a la verificación técnica, recibió la sanción más severa: una multa de 10 millones de pesos, amparada en el Artículo 17 Inciso 20 L del Reglamento Deportivo Automovilístico (RDA), al no presentar su auto para la verificación. Facundo Ardusso fue penalizado con 5 millones de pesos por irregularidades en el múltiple de admisión de su motor, algo que infringió el Artículo 38 del Reglamento Técnico.
Por su parte, Juan Martín Trucco y Federico Iribarne también fueron sancionados con 5 millones de pesos cada uno por exceder la cilindrada permitida en sus motores, violando el Artículo 33 del mismo reglamento. Además de las multas, los pilotos perderán sus tiempos de clasificación y deberán largar desde el fondo en la próxima serie en la que compitan.
Aunque las multas impuestas serán destinadas, como es habitual, a la Fundación Favaloro, la cifra recaudada palidece frente a las preguntas que aún no tienen respuesta sobre cómo la ACTC manejará las verificaciones técnicas de aquí en adelante.
Hasta el momento, el comunicado de la CAF no ha aclarado qué medidas se implementarán para evitar futuros escándalos, ni si se volverá al procedimiento de revisar todos los autos que participan en la Copa de Oro, como se hacía en el pasado. Esta falta de claridad es, sin duda, un golpe directo a la confianza en la transparencia y rigor técnico del TC.
¿SUFICIENTES SANCIONES O UNA SOLUCIÓN TEMPORAL?
La severidad de las multas y sanciones enviadas por la CAF deja en evidencia que la ACTC busca transmitir un mensaje contundente a los equipos y pilotos: no se tolerarán más irregularidades. Sin embargo, las declaraciones de los propios protagonistas del TC tras el escándalo sugieren que el problema va mucho más allá de las sanciones económicas. La falta de confianza en las verificaciones técnicas y las denuncias cruzadas entre los equipos ponen en duda la transparencia de la categoría.
A medida que la Copa de Oro avanza, la gran incógnita es si la ACTC tomará medidas adicionales para restaurar la confianza en las verificaciones técnicas. Hasta ahora, el organismo no ha detallado si revisará todos los autos de los pilotos que compiten por el título, como solía hacerse en años anteriores, o si se mantendrá el sistema actual, que muchos consideran deficiente en esta instancia del campeonato.
Los aficionados y equipos esperan respuestas, pero sobre todo, esperan cambios. El TC no puede permitirse más escándalos que sigan minando su prestigio. Las multas pueden ser altas, pero sin un ajuste profundo en las verificaciones técnicas, el verdadero costo será la pérdida de credibilidad de la categoría más popular del automovilismo argentino.