
A principios de año, cuando el Turismo Carretera encendía motores en Viedma, Agustín Canapino aparecía en todas las quinielas como uno de los máximos favoritos al título. Tenía auto, equipo, motivación y un inicio que lo respaldaba: segundo en la final, sólido y confiado. Nadie imaginaba que cumplidas las cinco primera fechas del torneo estaría 14° en el campeonato y mirando de reojo la calculadora para no quedar afuera de los 12 que clasifican a la Copa de Oro.
Termas de Río Hondo fue una nueva postal de esta temporada torcidamente irregular. El Chevrolet Camaro funcionaba bien, él venía avanzando, el ritmo lo mantenía cerca del podio, pero un problema eléctrico lo dejó sin nada. “Se puso en cinco”, dijo Canapino en relación al motor, que perdió potencia cuando todo indicaba que podía sumar fuerte. Intentó volver a pista tras pasar por boxes, pero la falla persistió. Otro abandono. Otro domingo en el que los puntos se esfumaron.
UNA RACHA QUE PREOCUPA

Después del auspicioso segundo puesto en Viedma, nada salió como se esperaba. En El Calafate fue 13°, en Toay terminó 32°. En el medio, Neuquén. Allí dominó las pruebas de clasificación, pero la final no se corrió por una ventisca. Ahora, en Termas, se quedó a pie cuando marchaba entre los diez. En total, acumuló apenas 74 puntos, muy lejos de los 129 que comparten en la cima del campeonato Mauricio Lambiris y Julián Santero.
El dato más elocuente: en las últimas cuatro fechas, Canapino sumó menos puntos que varios pilotos de mitad de pelotón. Y eso, en un campeonato tan competitivo como el TC, se paga con retroceso en la tabla y presión creciente. Ya no se trata de administrar, sino de sobrevivir. De pasar la escoba a los errores propios y ajenos, y esperar que la suerte -esa vieja compañera del automovilismo- vuelva a estar de su lado. “Nos están pasando cosas”, la frase que sintetiza un presente con más dudas que certezas

El arrecifeño, lejos de buscar culpables o refugiarse en excusas, fue directo en su análisis: “Estoy contento con el funcionar del auto y del motor, pero nos están pasando cosas”. Una forma elegante de admitir que el rendimiento está, pero los resultados no llegan. Y cuando eso ocurre en una categoría tan pareja, cada detalle cuesta caro.
Su Camaro mostró buena performance en Termas. El auto se mostró ágil, con buen ritmo de vuelta y consistencia. Pero cuando llegó el momento de capitalizar, el sistema eléctrico dijo basta. En otras palabras, la velocidad está, pero la fiabilidad es la gran deuda.
ALTA GRACIA COMO PUNTO DE QUIEBRE
La próxima fecha en Alta Gracia marca el inicio de la segunda mitad de la Etapa Regular. Es, en términos de calendario, el momento clave para quien pretende meterse entre los 12. Para Canapino, será un examen de carácter. El múltiple campeón sabe cómo dar vuelta estas historias, pero también reconoce que el margen de error se terminó.

El objetivo es la clasificación a la Copa de Oro. Desde ahí, con el sistema de playoff que caracteriza al TC, todo puede pasar. Y si hay alguien que sabe jugar esa instancia, es él. Pero para eso necesita sumar fuerte, dejar atrás los problemas mecánicos y encadenar un par de buenos resultados. Nada que no haya hecho antes, aunque este año parezca más cuesta arriba.
Más allá de los puntos, hay algo más intangible que empieza a jugar: la confianza. Canapino es un piloto de elite, acostumbrado a pelear arriba, a ser protagonista, a estar siempre en la conversación por el campeonato. Este presente, en cambio, lo tiene en una posición incómoda. Lo obliga a remar desde atrás, a ver cómo otros brillan mientras él suma frustraciones.
Pero también es cierto que este tipo de adversidades han sido combustible en otras etapas de su carrera. El desafío de volver, de demostrar que no está terminado, puede activar la versión más peligrosa de Canapino: la que corre con la bronca contenida, con el orgullo herido, con el hambre intacto.
La temporada 2025 del Turismo Carretera todavía tiene mucho por contar, pero lo cierto es que Agustín Canapino ya no es el candidato que parecía en febrero. Hoy es un contendiente en problemas, un gigante que busca reencontrarse. La mala racha lo dejó lejos de la punta, pero si logra meterse en la Copa de Oro, nadie querrá cruzárselo en las últimas fechas. Porque Canapino, aún golpeado, siempre es peligroso.