
Un argentino, dos gigantes chinos y una misión: resucitar a Santana Motors
El histórico fabricante español de todoterrenos volverá a producir en Linares bajo la dirección del argentino Eduardo Blanco, en alianza con Zhengzhou Nissan y Anhui Coronet Tech.
Durante décadas, Santana Motors fue sinónimo de todoterreno robusto, confiable y hecho para el trabajo duro. Sus modelos -fabricados en la planta de Linares, en el sur de España- llegaron a usarse por ejércitos, fuerzas de seguridad y aventureros de todo el mundo.
Nacida en 1956, la marca comenzó ensamblando Land Rover bajo licencia, luego desarrolló sus propios vehículos, e incluso colaboró con Suzuki e Iveco. Pero la crisis industrial de los 2000 la llevó al cierre definitivo en 2011. Ahora, más de una década después, Santana Motors vuelve a la vida con una alianza internacional que busca recuperar su espíritu 4×4 con una mirada hacia la electrificación.
CAPITAL CHINO, ALMA ESPAÑOLA

El nuevo proyecto llega de la mano de una sociedad formada por Zhengzhou Nissan Automobile Co. (ZNA), Anhui Coronet Tech Co. y la nueva empresa Santana Motors S.L., dirigida por el argentino Eduardo Blanco, quien desde hace años está radicado en España y también estuvo detrás del regreso de EBRO.
El acuerdo contempla una inversión inicial de 5 millones de euros y la creación de 200 empleos directos en la planta de Linares, que será completamente modernizada.
El objetivo es claro: fabricar vehículos todoterreno híbridos enchufables (PHEV) y diésel con estándares globales de calidad y exportarlos a Europa, África y América, incluyendo América Latina.

ZNA es una compañía mixta entre Dongfeng Motor y Nissan, fundada en 1993 en China, con amplia experiencia en pick-ups, SUV y utilitarios. Por su parte, Anhui Coronet Tech es una joven automotriz china que en solo tres años se expandió hacia Asia Central y Europa, especializándose en vehículos eléctricos, de reparto y off-road.
Ambas firmas ven en Santana una oportunidad de unir tradición y tecnología para conquistar un segmento donde las marcas asiáticas aún buscan legitimidad: el 4×4 de trabajo auténtico.
UNA ALIANZA CON VISIÓN GLOBAL
“Esta alianza marca un hito fundamental para Santana Motors”, explicó Blanco, CEO de la nueva etapa. “Estamos orgullosos de unir fuerzas con Zhengzhou Nissan y Anhui Coronet, reforzando nuestra visión de fabricar vehículos innovadores que reflejen la legendaria tradición de calidad y robustez de Santana, impulsando la economía de Linares y proyectándonos al mundo”, agregó el empresario, que hace unos años hasta se le animó al Rally Dakar como navegante.

La marca planea comenzar con dos modelos: el Santana 400 PHEV, una pick-up híbrida enchufable de 429 CV, 800 Nm de par y 120 km de autonomía eléctrica, y el Santana 400D, impulsado por un motor 2.3 diésel de 190 CV. Ambos ofrecen tracción integral, doble cabina y capacidades todoterreno propias del linaje Santana: vadeo de 800 mm, ángulo de ataque de 31° y capacidad de remolque de 3.200 kg.
EL REGRESO DE LA FÁBRICA DE LINARES
El proyecto devolverá actividad a la histórica Santana Factory, símbolo del pasado industrial de Andalucía, que llegó a emplear a más de 3.000 personas en su época de oro.
La planta está siendo reacondicionada para incorporar líneas de ensamblaje automatizadas y sistemas de control de calidad bajo estándares europeos. Además, se confirmó una red inicial de 30 concesionarios en España, Portugal, Italia, Andorra y Gibraltar, con planes de expansión hacia Latinoamérica a partir de 2026.
DEL MITO IBÉRICO AL DESAFÍO GLOBAL

Santana fue, durante los años ’70 y ’80, la Land Rover española, con vehículos que llegaron a exportarse incluso a Argentina, Chile y Uruguay, usados en zonas rurales y campos petroleros. Hoy, la marca vuelve a sus raíces: fabricar 4×4 capaces de enfrentarse a cualquier terreno, pero con tecnología del siglo XXI.
El desafío será competir en un mercado donde los todoterrenos clásicos se electrifican sin perder su esencia. “Queremos redefinir los estándares globales de calidad, fiabilidad y sostenibilidad”, aseguraron sus socios chinos.
En tiempos donde la industria europea busca autonomía tecnológica, la alianza de Santana representa algo más que una inversión: es un puente entre tradición, innovación y supervivencia industrial.