Cuando John Lennon (9 de octubre de 1940-8 de diciembre de 1980) alcanzó fama y fortuna con The Beatles una de las primeras cosas que hizo fue comprarse uno de los autos más caros del momento: un Rolls-Royce Phantom V.
El impresionante vehículo de color negro mate, de casi seis metros de largo y tres toneladas de peso le fue entregado en 3 de junio de 1965. Pero no fue hasta 1966 cuando el hombre de Liverpool le comenzó a hacer modificaciones para dejarlo a su gusto.
Lo equipó con un televisor Sony, un radio teléfono, un estéreo, un refrigerador portátil, un altavoz externo y modificó la plaza trasera para que las butacas se convirtieran en una cama matrimonial.
Lennon jamás estuvo conforme con el color del Roll-Royce por eso le pidió a la firma carrocera JP Fallon Limited que lo pintara con un estilo psicodélico inspirándose en los diseños del artista gitano Marijke Koger.
La redecoración le costó a John unos 4.200 dólares y también la crítica de mucha gente que consideró un sacrilegio pintar de esa manera a un símbolo de la elegancia británica. Incluso hay una leyenda sobre una anciana que cuando lo vio en la calle le empezó a pegar con su paraguas al grito de: “¡Cerdo, cerdo! Cómo te atreves a hacerle esto a un Rolls-Royce”…
Cuando Lennon y Yoko Ono, su esposa, se mudaron a Nueva York el excéntrico auto se fue con ellos y no tuvieron problemas en prestárselo a sus amigos rockeros para moverse en La Gran Manzana como los Rolling Stones, The Moody Blues y Bob Dylan.
Aquejado por problemas con el fisco estadounidense, la pareja decidió entregar el colorido coche al Cooper-Hewitt Museum a cambio de un crédito fiscal de 225.000 dólares. El auto perteneció a la institución hasta 1985 cuando decidió ponerlo en venta en una subasta.
Tras pagar un precio de u$s 2.299.000, el Rolls-Royce de Lennon pasó a manos de Jim Pattison, presidente de la empresa Ripley`s International Inc, con el propósito de exhibirlo en el Museo Royal British Columbia en Victoria, Canadá.
El psicodélico auto con patente FJB 111C aún sigue en el museo canadiense y, de vez en cuando, es expuesto para alegría de los fanáticos de Lennon.