“En la calle no hay nadie. Desde mi departamento solo se escucha el sonido del silencio y el de las sirenas de las ambulancias”. Con estas palabras Mariano Oucinde, un periodista argentino radicado desde hace una década en Italia, resume la situación que se vive en la península a raíz del coronavirus.
Mariano, que también dirige su propia empresa de managment deportivo, vive en Ranica, un pequeño pueblo de 5.945 habitantes a las afueras de Bérgamo, la ciudad italiana más afectada por el COVID-19 con más de 3.400 contagiados.
“Las salidas son limitadas. Hay que andar con un permiso especial para estar en la calle. Solo podés salir para hacer compras de primera necesidad. Particularmente, evito ir a los supermercados. Solo voy a los almacenes que están a unas cuadras de mi casa. Cada salida es como irme de vacaciones… Si, por algún motivo, no podés salir de tu casa, hay voluntarios que se encargan de llevarte lo que necesitás”, explica sobre esta singular experiencia que le toca vivir por la pandemia.
“Vivo a 500 metros de la iglesia. Las campanas no paran de sonar por la cantidad de gente fallecida… Aquí cuando alguien muere se pone una cinta negra en la puerta de su casa en señal de luto. El otro día vi tres moños en menos de cien metros…”, agrega.
Obviamente, Mariano está conmocionado por las cifras del alcance del coronavirus en Italia y a la vez está preocupado por lo que puede llegar a suceder en el futuro. “Es posible que en tres semanas los afectados sean menos acá, pero habrá que ver qué pasa en los otros países de Europa. Es lógico suponer que los que hoy tienen pocos casos, tengan más. Eso provocará un gran problema porque todos comenzarían a cerrar sus fronteras”.
La actividad de Oucinde Racing Management, su empresa, está prácticamente parada. Los pilotos a los que representa Mariano no tienen actividad porque el automovilismo italiano se guardó en boxes. Eso también afecta al ILL Racing, un equipo brasileño del que es parte y que tenía previsto debutar este año en la Fórmula 4. Más allá de eso sigue adelante con su trabajo y cierra algunos tratos vía teléfono o mail.
“Yo siempre soy positivo. De esta vamos a salir… No sé cuando, pero vamos a salir”, augura este argentino que, acompañado por su hijo Mattia, cuenta los días para que todo vuelva a la normalidad.