WEC

Cuando Mazda alcanzó la gloria en las 24 Horas de Le Mans

Eran cerca de las 4 de la tarde del 23 de junio de 1991 cuando se agitó la bandera a cuadros al paso del ganador de aquel año de las 24 Horas de Le Mans. Era el coche número 55, con la carrocería en verde y naranja brillante, y con el rugido inconfundible de su motor de cuatro rotores.

Tras 21 horas de carrera y después de una extenuante pugna con los favoritos, los Mercedes-Benz y Jaguar, el Mazda 787B tomó la delantera por primera vez. A partir de ese momento, defendió su puesto en cabeza con uñas y dientes. Tres horas más tarde, y contra todo pronóstico, Johnny Herbert cruzó triunfante la línea de meta al volante de su Mazda ante la mirada de 250.000 espectadores.

La victoria de Mazda en Le Mans fue la primera -y hasta la fecha todavía la única- de un fabricante asiático en esta competición que, por cierto, es la prueba de resistencia más antigua del mundo que aún se mantiene en activo. La carrera inició si andadura en 1923 y, todavía hoy, muchos la consideran la más dura en su género. El triunfo fue y sigue siendo un hito en la historia de Le Mans, ya que ha sido la única vez que ha ganado un coche con motor sin pistones.

Las prestaciones del impulsor rotativo R26B del 787B -con inyección periférica y tres bujías por rotor, con una entrega de 522 kW/710 CV a 9.000 rpm- respondieron con fiabilidad, y la rapidez con la que supo tomar las curvas el trío de pilotos -el británico Herbert, el alemán Volker Weidler y el luxemburgués Bertrand Gachot- hicieron el resto.

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Los tres Mazda que participaron en la carrera la terminaron: eran dos nuevos modelos 787B y un 787 del año anterior. Finalizaron primero, sexto y octavo en la general (de los 38 coches que tomaron la salida, solo terminaron la prueba otros nueve).

El 787B que resultó ganador completó una carrera impecable, con 362 vueltas. En total recorrió 4.932 km a una media de 205,38 km/h hasta que ondeó la bandera a cuadros. Cuando los ingenieros inspeccionaron el motor R26B después de la carrera dijeron que estaba en tan buen estado que bien habría podido correr otras 24 horas.

Al año siguiente, el coche número 55 fue a parar al museo de Mazda en Hiroshima después de que, en 1992, cambiara la normativa limitando la cilindrada de los motores, y el motor rotativo fue desterrado de las 24 Horas de Le Mans.

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Desde entonces ha hecho apariciones ocasionales. Por ejemplo, en Le Mans en 2011 con motivo del 20 aniversario de aquel triunfo de leyenda o, más recientemente en 2015, en el Festival of Speed de Goodwood. Esas ocasiones han atraído a numerosos aficionados deseosos de escuchar en vivo su sonido característico, una vez más o por primera vez. Porque todavía hoy sigue siendo casi un objeto de culto entre aficionados a las carreras y, sobre todo, entre entusiastas del motor rotativo de todo el mundo.

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