El pasado sábado 11 de mayo, el deporte argentino lamentó la pérdida de una de sus figuras más emblemáticas: Juan María Traverso. A sus 73 años, el Flaco dejó un legado imborrable con sus triunfos y títulos en el Turismo Carretera, el TC2000 y el Top Race, consagrándose así como uno de los pilotos más talentosos y carismáticos que ha visto el deporte motor nacional.
Sin embargo, la campaña de Traverso no solo se destacó por sus múltiples éxitos y hazañas, como cuando ganó en General Roca con su auto en llamas, sino también por su inconfundible personalidad y su lengua afilada.
Un episodio que quedó grabado en la memoria de los aficionados ocurrió el 23 de mayo de 2004, en el circuito cordobés de Río Cuarto, durante una jornada marcada por una intensa lluvia.
En esa ocasión, Traverso terminó contra el paredón de la recta principal tras ser tocado por Gabriel Ponce de León. Lo que siguió después del incididente fue una explosión de furia y una catarata de insultos que quedaron registrados para la posteridad.
Al ser abordado por el periodista Andrés Perco de Carburando, Traverso no se guardó nada. Sus respuestas, cargadas de indignación y pasión, reflejaron la intensidad del momento…
-Flaco, ¿cómo estás después del golpe?
-Bien…
-Percibiste… Se vio en las cámaras de adentro del auto un toque…
-¿Cómo?
– No, que se vio que había un toque a la entrada de la recta, ¿eso te desacomoda el auto?
-Antes de largar me tiró a la mierda el pendejo hijo de puta ese.
-¿Vos estás bien, físicamente bien? Porque el golpe fue terrible.
-Estoy como para cagarlo bien a trompadas, mocoso de mierda y la concha de su puta madre.
Juan María Traverso (1950-2024): El adiós a una leyenda del automovilismo argentino
-¿Lo vas a denunciar? ¿Vas a hablar con las autoridades?
– ¡Lo voy a cagar a trompadas!
– Bueno, ¿pero además lo vas a denunciar?
– No, que carajo me importa…
– ¿Se sabía que podía pasar esto? ¿Era previsible?
– Con un pelotudo como este sí, obvio.
– ¿Qué vas a hacer ahora Juan?
– Lo voy a cagar a trompadas…
Varios años después, en una charla con la revista CORSA, recordó aquel episodio y afirmó que sus insultos “estuvieron perfectos”, reflejando el sentir de la gente que presenció la maniobra. “Es lo mismo que pensó toda la gente que vio la maniobra…. Es lo mismo que hubiese hecho todo el mundo”, insistió.
Después recordó una charla que tuvo con Ponce de León, con quien quedó “muy amigo” tras aquel suceso. “Le dije que la única manera de pasarme que tenía él era tirándome a la mierda y que si era así lo tendría que haber hecho en la chicana y no hacerme chocar contra la pared para que me pegue un cagazo gigante”.
Reflexivo luego de aquella explicación, Traverso reveló que su habilidad para insultar se gestó en su infancia. “Soy muy bueno puteando. Me pasé diez años en el La Salle (su colegio) parado en el pasillo”, describió sobre la penitencia que recibía por sus insultos. “En esa época no existía la puteada… Pero no sé porqué putié toda mi vida, en una época en que las puteadas estaban totalmente prohibidas…”
Para el Flaco, el insulto era más que un simple acto de desahogo; era una forma directa y contundente de expresar su opinión sin rodeos ni ambigüedades. “Para mi la puteada es acortar la charla y que no queden dudas… ‘Usted es una persona que a lo mejor no coincide conmigo y usted se equivoca en esto… ¡Usted es un pelotudo!’. Listo, cuánto tardaste: cinco segundos”.
A lo largo de su trayecto, Juan María Traverso demostró que era mucho más que un piloto: era un personaje irrepetible, capaz de dejar una huella imborrable tanto dentro como fuera de la pista. Su legado perdurará en la memoria de todos los aficionados al automovilismo argentino, recordando no solo sus proezas en la pista, sino también su inigualable personalidad y de esa manera de acortar una charla para que no queden dudas…