Tal cual sucedió a fines del Siglo IXX, hoy en día el nombre de Nikola Tesla es sinónimo de electricidad. En buena medida gracias a Elon Musk, un físico, inversor y empresario nacido en Sudáfrica, pero con nacionalidad canadiense.
Musk, dueño de un espíritu inquieto y mucho dinero, fundó en 2003 una compañía para producir vehículos eléctricos y la bautizó como Tesla Motors en homenaje a ese inventor servio que pasó al ostracismo después de su muerte en 1943. Gracias a este tributo de Musk, Tesla ocupa en la actualidad el lugar que se merece en la historia por esa infinidad de inventos que en algún momento les fueron atribuidos a otras personas.
Del ingenio de Tesla nació el motor de corriente alterna, la radio, la resonancia magnética, el radar, la transferencia inalámbrica de energía, el control remoto, el microscopio electrónico, el sistema de propulsión de medios electromagnéticos sin partes móviles, las herramientas de medición y control climático, entre otros.
Con 26 años Nikola Tesla emigró a Estados Unidos en 1882 con el objetivo de trabajar para Thomas Edison, su gran referente. Pese a su excelente desempeño en las compañías de “El mago de Menlo Park” jamás recibió el reconocimiento que se merecía y así fue que en 1886 decidió iniciar su propio camino.
Tesla se focalizó en demostrar que su sistema de corriente alterna era más eficiente que el de corriente continua de Edison. Eso desató lo que se conoce como “La guerra de las corrientes”, que tuvo como ganador al servio ya que su propuesta predominó para la distribución de energía eléctrica. Tesla también creía que la electricidad debía ser un bien común de la humanidad y no un servicio por el cual se debía pagar.
Su gran sueño fue la Torre Wardenclyffe, una estructura de 30 metros de altura cuya finalidad era permitir la telefonía comercial transatlántica, impulsar las retransmisiones radiofónicas y demostrar que era posible transmitir energía de forma inalámbrica, sin cables entre emisor y receptor y, además, de forma gratuita. Lamentablemente, su idea de entregar energía sin costo alguno alejó a los inversionistas y su proyecto jamás vio la luz.
Nikola Tesla murió a los 87 años y tras fallecer comenzó una campaña para borrar su nombre de la historia y atribuir sus éxitos a otros. Por ejemplo, Edison fue proclamado como el padre de la electricidad y a Guillermo Marconi se lo consideró como el inventor de la radio…
Tal vez por haber pasado tanto tiempo en olvidado muchas cosas sobre la vida de este gran inventor se desconocen y algunas otras parecen creadas o un tanto exageradas. Por ejemplo se dice que tuvo un auto que utilizaba un motor eléctrico que se alimentaba de energía inalámbrica…
Según cuentan, en el verano de 1934, Tesla se paseó por la ciudad de Buffalo con Pierce-Arrow de 1931 que no emitía sonido ni emanaba humo de su escape al carecer de un motor a combustión. En su lugar el inventor le había colocado un propulsor eléctrico que erogaba unos 75 caballos y le permitía al auto alcanzar una velocidad máxima de 140 km/h.
A través del testimonio de Petar Savo, quien era el chofer de Tesla, se sabe que el vehículo carecía de batería, pero tenía un sistema que transformaba la energía eléctrica inalámbrica que llegaba a través de una antena en corriente alterna que luego usaba el motor.
Savo le contó a un periodista en 1967 que probaron el auto durante ocho días y que al término del octavo lo dejaron en una granja a las afueras de la ciudad y que jamás supo qué fue del vehículo, algo que deja lugar a dudas sobre la veracidad de esta historia.
Más allá de eso, nadie puede discutir el ingenio de Tesla, un hombre que ahora tiene el reconocimiento que siempre se mereció y que, inexplicablemente, le fue negado.