
Si hace apenas unos años alguien hubiese pronosticado que Luca Cordero di Montezemolo, el hombre que devolvió a Ferrari su mística ganadora con Michael Schumacher, terminaría sentado en la mesa de directores de McLaren, le habrían tildado de loco, o peor, de hereje. Pero en la industria automotriz, como la vida, da giros inesperados y a veces las lealtades se diluyen en los balances corporativos.
El histórico rival de Ferrari, McLaren, ahora controlado en gran parte por fondos de Abu Dhabi a través del conglomerado CYVN, oficializó el ingreso del italiano de 77 años como parte de la dirección de McLaren Group Holdings, matriz de McLaren Automotive.
LOS VIEJOS FANTASMAS DEL PADDOCK
Ferrari y McLaren no son simples marcas: son los dos titanes que, con sangre y carbono, tejieron las páginas más ardientes de la Fórmula 1 y ahora también luchan en las calles con sus súperdeportivos. La batalla no solo se libró en la pista, sino en los despachos y los tribunales. Basta con recordar el escándalo del Spygate en 2007, cuando un dossier confidencial de Ferrari apareció en las manos de un ingeniero de McLaren. Resultado: 100 millones de dólares de multa y el descrédito global para los de Woking.
Ese pasado, cargado de traiciones y secretos, hace que la llegada de Montezemolo a McLaren no pase desapercibida. Los diarios italianos lo entendieron de inmediato. “Una bofetada a Ferrari”, tituló sin medias tintas Tuttosport. Y en Maranello, las paredes retumbaron con ecos de asombro e indignación.
Montezemolo no es un nombre más. Fue el escudero de Enzo Ferrari en los años 70, el estratega que llevó a Niki Lauda a su primera corona, y el cerebro detrás de la era dorada de Schumacher, Rubens Barrichello y los cinco títulos consecutivos entre 2000 y 2004. También presidió Fiat y, con ello, sostuvo el emporio del Cavallino durante años.
Pero en 2014, tras diferencias internas y un ambiente corporativo en ebullición, Montezemolo dejó su trono en Ferrari. Desde entonces, se movió en el tablero de los negocios, lejos –aparentemente- de los fierros. Hasta ahora.
Su desembarco en McLaren, según aclaró él mismo, será exclusivamente en el ámbito de los autos de calle. “Mi corazón es y será siempre rojo”, dijo, como queriendo calmar a los tifosi. Pero las coincidencias pican como una astilla: McLaren Racing, aunque opera de forma independiente, sigue siendo el emblema de la escudería británica. Y su actual jefe, Andrea Stella, es un ex Ferrari. Lewis Hamilton, quien ganó su primer título con McLaren en 2008, hoy pilota para Ferrari. Y McLaren ostenta el título de Constructores 2024. Las fronteras, claramente, ya no son lo que eran.
ABU DHABI MUEVE LAS FICHAS
El telón de fondo de este inesperado fichaje es el creciente dominio de fondos soberanos en la industria automotriz de lujo. McLaren Automotive, sumida en problemas financieros en los últimos años, fue rescatada por CYVN, el brazo inversor de Abu Dhabi. Desde abril, el grupo reestructuró la cúpula y buscó nombres de peso. Montezemolo es uno de ellos.
No toca directamente el departamento de competición, pero su llegada inevitablemente tiñe el tablero político y corporativo. Porque McLaren Automotive no es ajena a las ambiciones globales de Abu Dhabi, ni a la sinergia con McLaren Racing.
El romanticismo del automovilismo se enfrenta, una vez más, a la fría realidad empresarial. Y aunque el corazón de Montezemolo siga siendo rojo, su firma ahora está impresa en papeles con logo naranja.