“Miky, soy Diego Durruty… Me pasó tu contacto Marcos Patronelli. Quería saber si era posible hacerte una entrevista para publicar en mi blog. La idea es hablar un poco de autos…”. El mensaje de Whatsapp fue enviado sin mucha certeza de que fuese contestado. Sin embargo, el color azul de las “palomitas” de notificación dio una esperanza. Inmediatamente, salió la respuesta del bajista de Molotov: “¿Puedes venir ahora al hotel hacer la nota?”. Y a los pocos segundos llegó adjunto el mapa de Google con su ubicación. En menos de una hora, Micky Huidobro comenzó a hablar de una de sus grandes pasiones: el automovilismo…
“El recuerdo más antiguo que tengo de mi existencia es arriba de un kart en las piernas de mi padre en una de las pistas más antiguas de México, que es la de Cuautitlán Izcalli. Todos los domingos íbamos con mi familia. No me acuerdo mucho porque yo era muy chavito, pero jamás olvidaré eso de estar en las piernas de mi papá manejando un kart”, cuenta Micky durante esa charla que se realizó a fines de 2015 aprovechando la visita de su banda a la Argentina para el Agua Remaldita Tour.
“Mi papá era bastante loco al volante. ¡Mi hermano sigue aterrado por los viajes que hacíamos hasta Acapulco! Eran cuatro o cinco horas por una carretera de doble mano. Paco se traumaba mucho cuando mi padre tenía que pasar a otro vehículo. Para mí, en cambio, era muy divertido. Me quedaba despierto cuando todos estaban dormidos”, agrega este azteca fundador, junto a Tito Fuentes, Paco Ayala y Randy Ebright, de una de los grupos rock más importantes de Latinoamérica.
Otro recuerdo de Micky relacionado con la velocidad es un Hot Rod construido por su tío, también apasionado por los kartings. “Ahora lo tengo yo. Se lo compré porque él no anda bien de salud. Es un Ford 365 que construyó íntegramente a mano. Es un juguetito buenísimo”, dice antes de mostrar una foto en su celular que comprueba sus palabras.
Luego de exhibir con orgullo su Hot Rot, Huidobro se detiene en otra imagen. “¿Conocés a este auto?”, pregunta desafiante, aunque de antemano sabe que la respuesta será afirmativa. En esa fotografía está junto a una vieja cupecita de color verde metalizado con una insignia de Chevrolet en el frente. En la puerta derecha se puede ver un nombre, el de Juan Manuel Fangio… Pero luego habrá tiempo de hablar sobre su visita a Balcarce y su opinión del Chueco…
Entre los 8 y los 12 años, Micky se dedicó al fútbol, pero al entrar a la secundaria le picó de nuevo el bichito por la velocidad. Recuperó el kart que usaba su padre, lo acondicionó y comenzó a competir, mientras rasgaba los primeros acordes rockeros en el bajo. “En esa época correr en karting era muy caro y lo dejé hasta que me empezó a ir bien con la música. Recién en 1998 o 1999 me volví a comprar un kart”, rememora. Pero esa nueva etapa como piloto duró lo que un suspiro: en 2000 tuvo un accidente y se rompió la clavícula. La revancha le llegó seis años más tarde y esta vez nada le impidió hacer una campaña ordenada, aunque Molotov siempre tuvo prioridad.
“A veces cuando tocábamos, tenía que faltar a los entrenamientos y a las clasificaciones, pero no me perdía las carreras. Llegaba crudo y con resaca, pero corría. Aunque parezca mentira, creo que hacer eso te afina un poco más. Como sabés que no tenés la posibilidad de hacer prácticas antes, llegas con otra mentalidad, con más ganas que los demás, con más sed de velocidad que los otros. Controlar eso te ayuda”, afirma este hombre que se ha tomado como costumbre comprar cuadros relacionados con autos de carrera para decorar su casa.
“Rapero, bajista, pizzero, carpintero, piloto de carreras, porro, estilista, campeón mundial de manitas calientes, mal amigo y además mentiroso. RH azul claro”, así se definía en Twitter Migue, su otro sobrenombre. De prominente barba negra, decorada con algunas pocas canas, el músico parece sentirse cómodo con la entrevista, que se extendió por más de media hora.
Entre respuesta y respuesta, entrevistado y entrevistador toman un delicioso vino tinto que hace aún más amena la tarde en el barrio porteño de Palermo. El agradable sonido de una cascada que termina en una enorme pileta con agua hasta el tope va en sintonía con la tranquilidad que transmite el señor Huidobro, muy diferente a la furia rockera que él mismo dispara desde sus cuerdas cuando está arriba de un escenario.
Inevitablemente, la conversación deriva en la comparación entre el automovilismo y la música. “Un buen piloto es un rockstar, como también lo puede ser un buen futbolista”, asegura Miky. Y agrega: “En ambos casos siempre tenés gente buena onda que te apoya, que te pide fotos, autógrafos, gente que te admira. De alguna manera, estás en otro nivel que la gente común y corriente, aunque somos gente común y corriente como todos, pero con esa etiqueta”.
Micky, que ya ha visitado varias veces a la Argentina, tiene un gran conocimiento de nuestro automovilismo. “Tienen muy buenas pistas y está muy bien cuidado. Aquí, realmente, hay un nivel muy alto. Hay pilotos que podrían competir tranquilamente en Estados Unidos”, admite.
La charla, por su puesto, deriva en su opinión sobre la Fórmula 1. “Cuando yo comencé a seguir la categoría, hace más de 30 años, ya estaban esos autos con alerones, todos muy modernos y bonitos. Uno ve eso y se le olvida que hubo una época anterior en la que los pilotos estaban más locos. Tenían más o igual agallas que los corredores de la actualidad, pero la tecnología era distinta. Las manos para manejar eran mucho mejores. Había pilotos fuera de serie como Juan Manuel Fangio, que además era mecánico y entendía todas las cuestiones del automóvil, cómo transmitirlas y cómo arreglarlas. Cuando tuve la posibilidad de visitar su museo en Balcarce me di cuenta que realmente era un fuera de serie”.
También resulta inevitable que Migue haga referencia al inglés Lewis Hamilton, a quien conoció durante un evento realizado en la embajada de Inglaterra en su país. “Yo fui el primero al que él saludó… Estaba muy alegre y charlatán y yo le regalé discos de la banda. Pero de repente toda la gente le empezó a pedir autógrafos, fotos y se transformó en un intocable. Entiendo eso y debe ser desesperante. Pero hasta que sucedió, era una persona genial y muy divertida. Tiene un lado muy humano que no se lo he visto a muchos. Había una persona en silla de ruedas y se le acercó para hablar con él. Tal vez se refugió un poco en esa situación para alejarse del resto. Pero no me pareció así. Me pareció el gesto de un buen tipo”.
La charla termina, no sin antes preguntarle en qué carrera le gustaría participar si tuviese la oportunidad. Luego de pensarlo por algunos segundos, dice que serían las 24 Horas de Le Mans. “Sería muy lindo eso de estar corriendo de día y de noche, de ver el atardecer y el amanecer…”, explica.
“Olvidate, te va a dar la nota… Mirá que es como vos o como yo. Es una persona normal”, aseguró Marcos Patronelli cuando ofreció el contacto del bajista de Molotov. Y como será de normal que siente y vive el automovilismo como cualquier fanático. Porque como el mismo Micky Huidobro dice: “Somos gente común y corriente como todos”.