Uno de los desafíos más comunes en la historia es el de ser lo más veloz posible. Ya sea en auto, avión, a pie o en bici los humanos nunca nos conformamos con unos pocos km/h. Hacia finales de la década de los ‘70 apareció el francés Jean-Claude Rude, quien se propuso alcanzar una velocidad de 240 km/h pedaleando una bicicleta y aprovechando de succión aerodinámica generada por un auto que le iría abriendo paso a la resistencia generada por el viento.
Estaba claro que no sería tarea fácil lograr tal hazaña, por lo que el jefe del equipo de Rude contactó a su compatriota Henri Pescarolo, uno de los pilotos de carreras más prominentes de esa época.
El modelo elegido para ayudar a imponer el récord fue un Porsche 935 turbo de 800 CV del equipo Martini Racing. El vehículo fue adaptado con un ingenioso diseño del techo que incluyó una placa trapezoidal que se extendía por la parte posterior del deportivo para garantizar un máximo rebufo.
Adicionalmente, a lo largo de la parte trasera le fue incluido un rodillo, buscando que la rueda delantera de la bicicleta de Rude se “pegara” efectivamente a la parte trasera del Porsche 935, asegurándose de que se mantuviera en la estela.
El mecanismo del engrane delantero tenía casi la misma circunferencia que la propia rueda, mientras que el mecanismo del engrane posterior tenía solo unos dos centímetros de diámetro. Con una revolución de bielas de alrededor de 110 cm, la bicicleta tenía una relación de transmisión excepcionalmente grande.
Gracias a esto logró cubrir una distancia de 27 metros con una revolución del anillo de la cadena. Sinembargo, esto también significaba que, para empezar, la bicicleta debía ser empujada por una motocicleta con una especie de lanza ya que Rude no podía generar suficiente fuerza de arranque.
La pista de pruebas de Volkswagen en Ehra-Lessien, cerca de Wolfsburg, fue el escenario elegido para la prueba. Esta sede presentaba desafíos adicionales ya que había una curva al principio y al final de las rectas, por lo que comenzar era más difícil. Rude tuvo que aumentar la velocidad gradualmente en su bicicleta, mientras que el Porsche debió ir lo suficientemente lento para asegurarse que el ciclista permaneciera alineado.
El miércoles 23 de agosto de 1978, a las 10:30 de la mañana comenzó el operativo. Después de un par de intentos de calentamiento, el dúo se las arregló para seguir en la recta.
El evento fue contado por un artículo publicado en la revista Christophorus de la siguiente manera: “Jean-Claude Rude aceleró, pedaleando rápido y en ese momento, a una velocidad de 150 km/h, sale de la empinada ladera en el rodillo. Ahora puede llegar hasta la velocidad que se desea: 240 km/h en el tramo de siete kilómetros hasta la sección de medición. Pescarolo, en el Porsche 935, está comenzando a acelerar gradualmente, cuando de repente sucede lo inesperado: Rude pierde el control de su bicicleta. El neumático tubular trasero se desprende y se enreda entre la rueda y el marco. Las ruedas se bloquean y el aro vuela sobre el pavimento. Rude se las arregla para recuperar el control de la bicicleta que está derrapando, ‘como un esquiador’ y se desliza por la pista en el borde, hasta que pierde velocidad y se detiene después de unos cientos de metros, sin lesiones”.
Este fue el primer y último intento por alcanzar el récord ya que, lamentablemente, Jean-Claude Rude murió en un trágico accidente el año siguiente.
LOS RÉCORDS
Después de que el francés José Meiffret se convirtiera en la primera persona en superar los 200 km/h en 1962 detrás de un Mercedes Benz 300 SL en una autopista alemana, el médico estadounidense Allan Abbott alcanzó una velocidad de 223,466 km/h detrás de un Chevrolet de 1955. Finalmente, el holandés Fred Rompelberg posee el actual récord absoluto de velocidad en una bicicleta: en 1995 logró una velocidad de 268,8 km/h luego de pedalear detrás de un motor de arrastre.