En febrero de 2025, un Mercedes-Benz W196 R de la década de 1950 será subastada por RM Sotheby’s. Esta flecha de plata con especificación Streamliner (estilo aerodinámico) está valorado en 50 millones de euros. Sí, leiste bien: cincuenta millones. Es el precio de la inmortalidad en el mundo de las cuatro ruedas.
Este W196 R no solo es una joya por su rareza -uno de los cuatro originales construidos con esta carrocería aerodinámica en 1954- sino porque lleva consigo una historia que quita el aliento.
Este fue el auto que Juan Manuel Fangio, el maestro de maestros, condujo hacia la gloria en el Gran Premio de Argentina de 1955. Fue allí, bajo el sol abrasador de Buenos Aires, y con una configuración de ruedas descubiertas donde el astro argentino aseguró inició el camino hacia su segundo campeonato mundial consecutivo en la Fórmula 1.
Rudolf Uhlenhaut fue el ingeniero principal que supervisó el desarrollo del este modelo. Comenzó con un bastidor espacial tubular de diámetro estrecho de tipo armadura similar al chasis del coche de carreras W 194 300 SL. Bautizado como W 196 R, este chasis estaba equipado con suspensión delantera independiente mediante doble horquilla, muelles de barra de torsión y amortiguadores telescópicos hidráulicos de última generación.
Más importante aún, la suspensión trasera estaba gobernada por un eje oscilante de pivote bajo que fue desarrollado personalmente por Uhlenhaut, una característica de diseño que luego reaparecería en el coche de producción 300 SL Roadster. Se especificaron frenos de tambor Alfin masivos para mantener el W 196 R en tierra, y se montaron en el interior para reducir la masa no suspendida.
Después de haber utilizado motores de ocho cilindros en línea sobrealimentados y de doce cilindros en V durante el período de entreguerras, el departamento de carreras tenía varias opciones para probar y, finalmente, concluyó que una configuración de ocho cilindros en línea con una cilindrada de 2.494 centímetros cúbicos proporcionaría la potencia más constante.
Diseñado en torno a un complejo cigüeñal con cojinetes de rodillos Hirth, el motor era esencialmente dos motores de cuatro cilindros al unísono, con dos árboles de levas para cada admisión y escape. Esta joya mecánica estaba equipada con componentes de competición como encendido doble y lubricación por cárter seco, a la vez que presentaba un revolucionario mecanismo de válvulas desmodrómico en lugar de los resortes de válvulas estándar, e inyección directa de combustible de alta presión Bosch que garantizaba una aplicación de potencia confiable y suave.
El motor M 196, desarrollado especialmente para este fin, desarrollaba inicialmente una potencia robusta de 257 caballos, que se fue mejorando gradualmente a lo largo de dos temporadas hasta alcanzar los 290 caballos. El motor estaba situado en una posición baja en el compartimento delantero, inclinado entre 20 y 37 grados para ahorrar espacio, y acoplado a una caja de cambios de cinco velocidades montada en la parte trasera y accionada por un embrague seco de un solo disco.
La caja de cambios presentaba, de forma inusual, sincronizadores en las cuatro marchas superiores, mientras que un diferencial de deslizamiento limitado aseguraba una tracción superior. El combustible se suministraba mediante depósitos con una capacidad que iba de 107 a 199 litros, con deflectores compartimentados que reducían los problemas de chapoteo.
Como la reglamentación establecida para la F.1 establecía tan pocas limitaciones para la carrocería, el Dr. Fritz Nallinger, director del departamento de carreras; y Uhlenhaut concluyeron que una carrocería aerodinámica y estilizada con ruedas cerradas optimizaría los circuitos de alta velocidad, mientras que una carrocería de ruedas abiertas para carreras sería ideal para circuitos más trabados. Elegante y funcional, la carrocería de ruedas abiertas en forma de torpedo del W 196 R se diseñó siguiendo líneas que eran en gran medida convencionales para la época.
Baja y ancha, la carrocería suavemente curvada presentaba un mínimo de adornos. Se distinguía principalmente por una amplia parrilla de boca abierta, entradas de aire en los laterales traseros y líneas de carácter moldeadas en la parte superior de los huecos de las ruedas delanteras (una característica de diseño que se convirtió en característica de toda la línea de modelos 300 SL, lo que le dio una maravillosa continuidad entre los autos deportivos de carreras de la marca). Sin duda, esta fue una de las expresiones más exquisitas de curva y postura jamás creadas, rivalizando con los autos deportivos de carreras y supercoches más sensuales en cuanto a atractivo visual.
Estas carrocerías aerodinámicas fueron construidas en cantidades extremadamente limitadas por el departamento de carreras a partir de aleación de magnesio Elektron, lo que proporcionaba una carrocería aún más liviana que el aluminio, con un peso total de poco más de 40 kilos.
Durante las temporadas de 1954 y 1955 ambas configuraciones de carrocerías se utilizaron de manera intermitente. La denominación de fábrica para la carrocería de ruedas cerradas era Stromlinie o Streamline, y hoy en día estos coches también se conocen como Streamliner o Stromlinienwagen. Con unas especificaciones mecánicas tan potentes y una carrocería ligera y resbaladiza, el W 196 R podía superar los 300 km/h, lo que lo convertía en uno de los coches de Gran Premio más rápidos construidos hasta el momento.
El chasis 00009/54 que usó Fangio para ganar en Buenos Aires también pasó por las manos del legendario Stirling Moss, quien en Monza ese mismo año logró la vuelta más rápida y terminó en el segundo lugar tras una batalla electrizante entre pilotos de Mercedes-Benz. De hecho, el vehículo que sale a subasta monta la carrocería aerodinámica con la que logró semejante hito.
Pero volvamos a la subasta, porque este evento no es solo un intercambio de millones por metal. Es una ceremonia. Por primera vez en más de medio siglo, este W196 R será ofrecido al mercado privado, tras haber descansado como un trono inamovible en el Museo del Indianápolis Motor Speedway desde 1965. Y ahora, RM Sotheby’s se prepara para colocar esta maravilla en manos de un nuevo guardián.
La importancia de este auto no puede ser exagerada. En una época en la que Mercedes-Benz dominaba el mundo de las carreras con un porcentaje de victorias del 78%, el W196 R no solo era un contendiente; era el depredador alfa. Si la Copa de Constructores hubiera existido en los años 50, Mercedes-Benz lo habría reclamado sin sudar. Este vehículo es una declaración de lo que era posible cuando la audacia y la innovación se unieron en un garaje de Stuttgart.
Este ejemplar en particular llega a la subasta en un estado prácticamente congelado en el tiempo, presentado tal como estaba cuando Moss cruzó la línea de meta en Monza hace casi siete décadas. La venta incluye una documentación histórica exhaustiva proporcionada por Mercedes-Benz Classic, asegurando que cada tornillo y cada centímetro de pintura cuente una historia.
Para los coleccionistas, este no es solo un auto; es una piedra Rosetta, un fragmento del pasado que encapsula toda una era de valentía y velocidad. Sin dudas, esta subasta redefinirá los límites del deseo y la nostalgia.