
Parece una de esas escenas que has visto una y otra vez en los resúmenes de accidentes más impactantes de la Fórmula 1. Un monoplaza perdiendo el control en plena recta principal de Suzuka, un latigazo fulminante hacia la trampa de la curva 1 y un impacto que hace que hasta los más curtidos en el automovilismo contengan la respiración. Pero esta vez, no era un recuerdo del pasado. Era Jack Doohan en la segunda práctica del Gran Premio de Japón, volando sin alas a más de 330 km/h en un Alpine que se convirtió en chatarra en cuestión de segundos.
El DRS, ese invento que a veces parece la mejor herramienta para los adelantamientos y otras un arma de doble filo, habría jugado su papel en este drama. El australiano activó el sistema en plena recta, pero algo falló. Y cuando algo falla en un auto de Fórmula 1 a esa velocidad, las consecuencias no tardan en sentirse. El Alpine se descontroló y se estrelló violentamente contra las barreras, en un impacto que sacudió todo el paddock.
“ESTOY BIEN… ¿QUÉ PASÓ?”
Cuando un piloto dice por la radio que está bien, el alivio es inmediato. Pero cuando la voz suena aturdida y lo primero que pregunta es “¿Qué pasó?”, sabes que el golpe fue serio. Jack Doohan, con la adrenalina aún bombeando, intentó salir del coche por sus propios medios. Rengueando, con evidentes molestias en su pierna izquierda, dejó su auto mientras los médicos del circuito se acercaban para asistirlo.
Mientras tanto, en pista, Isack Hadjar (Racing Bulls) pasaba por el lugar del accidente y sintetizaba el momento con un simple pero elocuente: “Choque grande, bandera roja. Dios mío”. Las repeticiones en la transmisión no dejaban lugar a dudas: Doohan se había salvado de algo que pudo ser mucho peor.
Impactante: el durísimo accidente de Doohan en el arranque de la FP2.
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— SportsCenter (@SC_ESPN) April 4, 2025
Mick Doohan, padre de Jack y leyenda del motociclismo, trataba de mantener la calma. “No tengo información de primera mano, pero parece que está bien”, declaró con la serenidad de alguien que ha vivido suficientes caídas para entender que la línea entre salir ileso o no es finísima en el automovilismo.
La confirmación oficial llegó poco después. Alpine emitió un comunicado tranquilizador en sus redes sociales: “Tras los controles médicos de precaución, podemos confirmar que Jack está bien. Ahora estamos trabajando duro para tener el coche listo para mañana”. Un alivio, pero también una pesadilla logística para el equipo, que ahora deberá reconstruir un auto destrozado en tiempo récord.
UNA PRÁCTICA ACCIDENTADA
Como si el choque de Doohan no hubiera sido suficiente, la sesión tuvo más interrupciones. Fernando Alonso también se llevó su cuota de problemas al despistarse y quedar encajado en una zona de escape, forzando otra bandera roja. Y por si el guión necesitaba más dramatismo, el pasto seco alrededor de la pista decidió incendiarse… dos veces.
En total, cuatro interrupciones en una sesión que debería haber sido simplemente un ensayo más para el Gran Premio de Japón. Pero Suzuka, con su mística y su historia, nunca permite que las cosas sean simples.
EL FUTURO INMEDIATO: ¿PLAN B EN ALPINE?
Con el auto de Doohan fuera de combate, Alpine ya tiene un reemplazo en mente si la situación lo amerita: Paul Aron. El joven piloto estonio es el reserva oficial del equipo para este Gran Premio y está listo para subirse al auto si la recuperación de Doohan se complica. Mientras tanto, Franco Colapinto, que fue el piloto de reserva en los GP’s de Australia y China, sigue con su trabajo en el simulador, preparándose para futuras oportunidades. Su regreso a un Gran Premio como “suplente” está previsto para los GP’s de Arabia Saudita y Miami.
El accidente de Doohan es un recordatorio brutal de lo que significa la Fórmula 1. No es solo velocidad y glamour, sino también un deporte donde un error mecánico o una milésima de segundo de reacción tardía pueden marcar la diferencia entre la gloria y el desastre. Y hoy, en Suzuka, esa línea se cruzó con violencia.