Esteban Guerrieri en modo leyenda: Doble victoria y liderazgo en el TCR World Tour

El cielo de Ciudad de México hervía sobre el Autódromo Hermanos Rodríguez. El aire, espeso como sopa caliente, se mezclaba con olor a frenos, tacos y expectativas. A lo lejos, los parlantes gritaban nombres, equipos, posiciones. En medio de ese paisaje caótico y festivo, un argentino se preparaba para dar una clase magistral de manejo, temple y revancha.

Esteban Guerrieri llegaba a la primera fecha del FIA TCR World Tour 2025 con algo para probar. No a los demás. A sí mismo. Después de temporadas duras, de cambios de categoría y estructuras, de esas decisiones que a veces parecen retrocesos pero esconden segundas oportunidades, el piloto de Mataderos estaba listo para hablar con el volante. Y vaya si habló.

PRIMERA CARRERA: DEL DRAMA AL RENACER

La pole position le pertenecía. El Civic Type R del equipo GOAT Racing parecía preparado para despegar, pero en el momento clave… una falla en el sistema de largada lo dejó fuera de la pelea. La largada fue un mazazo. Esteban pasó de favorito a 14° en segundos. Podría haber sido una sentencia. Pero no. Fue el punto de partida de una remontada quirúrgica, silenciosa al principio, demoledora al final.

Curva tras curva, maniobra tras maniobra, Guerrieri se abrió camino entre rivales como quien desactiva minas en terreno hostil. Y cuando cayó la bandera a cuadros, era cuarto. El tipo que había arrancado al fondo del Top 15, volvía a escena con más hambre que nunca.

SEGUNDA CARRERA: CUCHILLO ENTRE LOS DIENTES

Largando séptimo con grilla invertida, el escenario era otro. Caos en la primera curva, humo del auto de Mikel Azcona, desorden por todos lados. Pero en medio de ese barullo, Guerrieri encontró la línea justa. En apenas tres vueltas ya estaba primero, tras una maniobra quirúrgica sobre Aurélien Comte. Allí se mantuvo, acechado por el doble campeón Yann Ehrlacher.

No fue una victoria fácil. Ehrlacher lo persiguió como un fantasma durante más de diez vueltas. En la última, estuvo tan cerca que si Esteban parpadeaba, lo pasaban. Pero no parpadeó. Cerró cada puerta, cuidó cada centímetro, y ganó por una décima. Una eternidad en este deporte.

Después, con el rostro cubierto de sudor y una sonrisa más ancha que el Civic, soltó: “Fue una de las mejores carreras que manejé”. Se le notaba en la mirada que no era exageración.

TERCERA CARRERA: CONTROL TOTAL, EMOCIÓN TOTAL

El domingo, bajo una marea de camisetas, calor y cornetas, Guerrieri largaba desde la pole en la tercera y última carrera. Esta vez, no hubo errores. No hubo sustos. Largó bien, se escapó, y marcó el ritmo como un director de orquesta. Detrás, Thed Björk intentaba seguirle el paso, pero Esteban no le dejó margen. Cuando salió el auto de seguridad por el accidente de Zesati, la historia pareció amenazar con repetirse. Pero al reanudarse la carrera, Guerrieri pisó el acelerador y desapareció. Dos segundos de diferencia. Victoria número dos del fin de semana.

El público se levantó. Muchos no sabían quién era ese piloto argentino que acababa de darles una clase de automovilismo. Ahora lo saben. Y lo van a recordar.

UN MENSAJE DESDE MATADEROS AL MUNDO

Con estas actuaciones, Guerrieri no solo se llevó el liderato del campeonato (95 puntos sobre 83 de Björk). También dejó una huella. Dejó claro que sigue vigente. Que cuando el auto responde y la cabeza está limpia, es capaz de lo mejor. Como aquel Esteban que fue subcampeón del WTCR, como el que se hizo un nombre en Europa corriendo contra gigantes con presupuestos infinitos.

La suya no es una historia de flashes y contratos millonarios. Es una historia de resistencia, de seguir peleando aun cuando otros ya se bajaron. El TCR World Tour 2025 empieza con Guerrieri en lo más alto. Y con una certeza: si mantiene este nivel, el resto va a tener que correr más de la cuenta.

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