El Shelby Cobra, deportivo que nació en 1962 a través de la asociación entre el estadounidense Carroll Shelby y el fabricante británico AC Cars, será fabricado en la Argentina gracias a una alianza entre Shelby American y el empresario Federico Álvarez Castillo.
De esta manera, los entusiastas de los autos clásicos y deportivos de la región podrán deleitarse con los icónicos Shelby Cobra que tendrá un certificado de autenticidad y contará con un número de chasis correlativo, otorgándoles un valor único y exclusivo.
Las unidades serán fabricadas en Pilará Cars, un barrio privado para coleccionistas de autos adyacente al proyecto urbanístico Pilará y que también es una iniciativa de Álvarez Castillo.
Este ambicioso proyecto de producción artesanal cuenta con el respaldo financiero de Rodrigo Benadón y Emiliano Grodzki, quienes se unen a Álvarez Castillo para hacer realidad el sueño de fabricar en la Argentina al mítico auto.
En Pilará Cars una veintena de artesanos estarán a cargo de la producción de los Shelby Cobra. Los chasis serán responsabilidad de un equipo liderado por Jorge Leónidas Anadón, reconocido creador de Pur Sang. Por su parte, los poderosos motores V8, importados directamente desde Estados Unidos, serán puestos a punto por la experticia de Luis Zschocke.
El objetivo de esta alianza es producir aproximadamente 12 unidades de estos legendarios autos por año, siguiendo rigurosamente las especificaciones originales de la compañía estadounidense. Se producirán tres versiones: el Big Block 427 y el Small Block 289, disponible en dos variantes de carrocería.
El precio de cada ejemplar rondaría los 200.000 dólares, aproximadamente.
LA HISTORIA DEL SHELBY COBRA
Comenzó a correr de grande, a los 29 años, para ser más exactos. Y su campaña deportiva solo duró nueve temporadas. Pero en ese tiempo se consagró como un gran piloto. Se destacó sobre autos sport, se dio el lujo de correr en la Fórmula 1 y hasta ganó las 24 Horas de Le Mans (1959) Una vez retirado de las pistas, en octubre de 1960, Carroll Shelby no puso fin a su vida vinculada al automovilismo y a los autos. En realidad dio vuelta la página para iniciar un nuevo capitulo.
Las visitas que Shelby hizo durante su época de piloto a las fábricas de automóviles de producción limitada en Europa fueron suficientes para que se diera cuenta que a Estados Unidos le faltaba una gran apuesta… “Una apuesta ganadora”, como dijo en algún momento. Sintió que su país necesitaba un deportivo para todo propósito que le permitiera a sus dueños “ir de compras al supermercado y correr los fines de semana”.
Shelby sabía que si quería hacer algo así debía encontrar un socio en Reino Unido, donde había varios fabricantes de pequeños deportivos, y apuntó a un constructor específico: AC Cars, la empresa que habían fundado los hermanos John y Harry Weller y el empresario John Portwine durante la primera década del 1900.
El ex piloto posó sus ojos en el AC Ace, un pequeño deportivo que le permitió a la compañía británica trascender durante la década de 1950. El auto utilizaba una estructura tubular muy ligera, con suspensión independiente en las cuatro ruedas a base de semiballestas y una carrocería abierta de aleación de dos plazas, claramente inspirado en el Ferrari Barchetta.
El auto montaba un impulsor Bristol de seis cilindros en línea de dos litros con una potencia de 100 CV. Con esta mecánica el pequeño auto alcanzaba los 166 km/h de velocidad máxima y aceleraba de 0 a 100 km/h en 11,4 segundos. Sin embargo, no era un motor deportivo. Fue allí donde los intereses de Shelby y AC se cruzaron.
UNA CARTA QUE LO CAMBIÓ TODO
En septiembre de 1961, Shelby les escribió una carta a los ingleses y les dijo que él podía poner un V8 en el Ace. En AC se entusiasmaron con la propuesta, más conociendo los antecedentes del texano sobre un Allard J2 al que también le había montado un V8.
Las partes cerraron trato inmediatamente y con el aval de AC, Shelby comenzó a buscar un proveedor de motores. La primera opción fue Chevrolet, pero a la marca no le agradó entregarle su mecánica a un vehículo que podría rivalizar con su Corvette.
Tras esta negativa, Shelby tentó a Ford con el proyecto. Y esta vez no tuvo objeciones. Ford, compañía con la que el texano realizaría una alianza exitosa que ha llegado a nuestros días, se comprometió a entregarles motores V8 de 221 pulgadas cúbicas (3.6 litros) y 260 pulgadas cúbicas (4.3 litros), además de las transmisiones.
En enero de 1962, AC comenzó a probar el Ace con el 221. Obviamente, le realizó las modificaciones necesarias para la nueva mecánica. La principal fue dotarlo de un diferencial trasero más robusto para soportar los 268 CV de potencia que le permitían superar los 240 km/h.
Tras los ensayos, el vehículo de prueba fue enviado al taller de Shelby en Los Ángeles. Ocho horas después de haberlo recibido, el ex piloto ya lo estaba probando y hasta lo había bautizado como Cobra porque así lo había soñado.
La producción del deportivo comenzó en marzo de 1962 y se extendió hasta 1968. La versión de serie más potente fue la que montó el V8 427 (7.0 litros) con 425 CV. Aunque en realidad hubo un Cobra aún más poderoso: el Shelby Cobra Super Snake, que Carroll Shelby construyó para él mismo. Mantenía el motor 427 y sumaba dos compresores Paxton que le permitieron alcanzar los 800 CV.