A lo largo de su vida, Diego Maradona (30/10/1960-25/11/2020) tuvo una gran cantidad de vehículos. Desde un Porsche usado que se compró a los 19 años, pasando por un FIAT Europa 128 CLS, una Renault Fuego GTA Max, un par de MINI Cooper, un BMW i8, un Rolls-Royce Ghost con motor V12 y un Chevrolet Camaro. También tuvo varias Ferrari, destacándose una Testarrosa y una F40, la cual aún se recuerda por su color: negro, en lugar del rojo característico.
La historia de la F40 es por demás llamativa y, de algún modo, pinta de cuerpo entero la personalidad del 10. Antes de hacer historia en el Mundial de México de 1986 le pidió a Guillermo Coppola, su manager de aquel entonces, que quería comprarse el último deportivo de Ferrari. Pero que la quería en color negro.
A Coppola no le quedó otra que acceder a ese pedido, pese a que sabía que las Ferrari salían de la fábrica de Maranello con el característico tono Rosso Corsa. El empresario se reunió con el mismísimo Enzo Ferrari en el autódromo de Monza. Allí lo convenció de que le vendiera una F40 pese a que ya había varias comprometidas (la producción inicial iba a ser de 400 unidades y terminó siendo de 1.315). Por el deportivo pagó 470.000 dólares y antes de que Il Commendatore se fuera del circuito le dijo, casi en voz baja, que Maradona la quería en color negro.
El extraño pedido enloqueció a Ferrari, que se rehusaba a cumplirlo por la sencilla razón de que todos sus F40 iban a salir con ese rojo tan característico. “¿Negra? ¡No existe de color negra! ¡Mis Ferraris no pueden ser de un color que no sea rojo!”, le disparó Don Enzo a Coppola, que de antemano sabía que su solicitud no iba a ser cumplida. Sin embargo, no se hizo demasiado problema ya que había pensado otra solución: mandarla a pintar.
Con la Copa del Mundo bajo el brazo y el Gol del Siglo (el segundo a Inglaterra) como su gran obra maestra, Maradona volvió a Nápoles para reincorporarse al Napoli, con el cual lograría dos Scudetto (1986/1987 y 1989/1990).
Coppola fue a recibir a Diego al aeropuerto y lo hizo con la F40 negra. Junto a él estaba Corrado Ferlaino, presidente del club italiano y que no tenía una buena relación con el 10.
Mientras el avión privado que traía al jugador iniciaba la maniobra de aproximación a la pista, el hábil Coppola convenció a Ferlaino que le regalara él mismo la Ferrari para mejorar su relación. En cuestión de minutos, Coppola le vendió la F40 al dirigente en un millón de dólares. Le dijo que el deportivo le había costado 870.000 dólares y que había pagado otros 130.000 dólares por pintarla.
Ferlaino se resistió al principio, pero Coppola le aseguró que Maradona se lo iba a agradecer eternamente. Así el presidente del Napoli cerró el trato con el empresario con un apretón de mano a la espera que lo prometido se cumpliera…
Cuando Maradona descendió del avión se abalanzó sobre la F40 negra y antes de que se pusiera detrás del volante, Coppola le dijo: “Diego, te la regaló el presidente”. La reacción de Pelusa fue instantánea: se dirigió a Ferlaino, lo abrazó fuertemente y le dijo: “¡Qué grande, presidente! ¡La máquina que yo quería!”.
Pero la historia no termina ahí. Tras subirse para conducir su nuevo vehículo, Maradona se ofuscó porque las puertas no estaban tapizadas y porque el auto no tenía estéreo, faltantes lógicos en auto que había nacido para disfrutar más en un circuito que en otro lugar. “Diego, pero es de carrera, no tiene eso”, le dijo Coppola. “¿Ah, es de carrera? ¡Ferlaino, usted y Coppola se pueden meter esta Ferrari en el c…”, disparó enfadado Diego, que días después pudo disfrutar de esta F40 a la que, por supuesto, se le agregó el estéreo y los tapizados…