En 1976 el cineasta francés Claude Lelouch realizó un cortometraje que tuvo como protagonistas a una Ferrari 275 GTB y a la ciudad de París. La historia de “C’était un rendez-vous” (“Era una cita”) es sencilla: un conductor que atraviesa con su auto la capital francesa a toda velocidad para llegar a tiempo a un compromiso.
Lelouch consigue atrapar al espectador sin siquiera mostrar al protagonista o al auto. Es que la acción -y el vértigo- llegan a través de una cámara Eclair cam-flex de 35 mm con una lente de gran angular sin giroscopio montada al frente del vehículo que permite ver cómo se atraviesan a fondo lugares emblemáticos de París como el Arco del Triunfo, la Plaza de la Concordia, el Museo de Louvre y la Basílica del Sagrado Corazón, destino final y donde el nombre de la película cobra sentido.
El corto fue polémico porque el conductor rompió todas las leyes de tránsito posibles ya que al no conseguir el permiso para cerrar las calles, el film se realizó con el tráfico real que había en la madrugada de un domingo de agosto.
Durante los 10 kilómetros del tramo, que se recorrieron en poco más de ocho minutos, el auto esquivó peatones, pasó semáforos en rojo y no respetó las velocidades máximas permitidas. De hecho, se dice que llegó a los 235 km/h, aunque su director asegura que jamás superó los 140 km/h…
Para la realización del film no se utilizó una Ferrari sino un Mercedes 450SEL 6.9 con una caja automática de tres marchas. Pero en la post producción se agregó el sonido del motor, la aceleración y los rebajes del deportivo de Maranello.
Otro dato que reveló el propio Lelouch es que el conductor del vehículo fue él mismo, saliendo al cruce de algunas leyendas urbanas que indicaban que había sido un taxista parisino o, incluso, un piloto de la Fórmula 1 (el estadounidense Mario Andretti y los franceses René Arnoux y Jean-Pierre Jarier son los más sospechados).
Tras el estreno de la película Lelouch fue arrestado por conducción temeraria, aunque rápidamente fue puesto en libertad. ¡Ah!, la chica que va a su encuentro era Gunilla Friden, su novia.
Con el tiempo C’était un rendez-vous se convirtió en un film de culto y, de tanto en tanto, es homenajeado con todo tipo de vehículos que hacen el mismo recorrido.