La tensión entre la Fórmula 1 y la Federación Internacional del Automóvil ha alcanzado nuevos niveles tras la carta que la categoría y los equipos que participan en ella le dirigió al ente rector acusando a su presidente, el emiratí Mohammed Ben Sulayem, de haber interferido en sus derechos comerciales.
La carta, firmada por Sacha Woodward, consejera general y miembro del Consejo de Administración de la Fórmula 1; y Renee Wild, directora jurídica y administrativa de Liberty Media; se refiere a los comentarios de Sulayem sobre los rumores de venta de la categoría y la “inflación” de su precio, que Liberty Media considera “inaceptables” y que han sobrepasado los límites de las competencias de la FIA.
La carta también hace referencia al interés de compra de la Fórmula 1 por parte de Arabia Saudita, que ha estado en la cima de la noticia en los últimos días. El presidente de la FIA había emitido un comunicado en su cuenta de Twitter donde afirmaba que las cifras a las que se hacía referencia estaban infladas y pedía “sentido común”.
Sin embargo, la Fórmula 1 ha respondido con una advertencia, señalando que la FIA se ha comprometido a no hacer nada que perjudique la propiedad, gestión y/o explotación de esos derechos.
La carta también recoge que los comentarios del presidente pueden perjudicar al valor de la categoría y que, en la medida en que estos comentarios dañen el valor de Liberty Media Corporation, la FIA puede ser responsable.
Los comentarios de Sulayem manifestaban implícitamente que los posibles compradores de la Fórmula 1 debían consultar a la FIA, algo a lo que Liberty Media también ha hecho referencia en la carta señalando que “es un error que cualquier comprador potencial del negocio de Fórmula 1 deba consultar con la FIA”.