
Si creías que la era de los deportivos extremos con alma de competición y licencia para la calle estaba en peligro de extinción, el Lynx GT1 llega para patear el tablero. Un auténtico manifiesto de potencia y diseño, nacido del ADN del legendario Ford GT40, pero con esteroides del siglo XXI. Graham Rahal Performance y Lynx Motors han unido fuerzas para darle vida a esta bestia que combina la brutalidad de un auto de carreras con el refinamiento necesario para desafiar cualquier autopista.
UN TRIBUTO AL FORD GT40 CON UNA DOSIS EXTRA DE LOCURA
El Lynx GT1 no es solo otro hiperdeportivo que se suma a la lista de máquinas inalcanzables. Es una reinterpretación moderna del Ford GT1 de Matech GT Racing, aquel que corrió en las 24 Horas de Le Mans de 2010. La diferencia clave es que esta vez no hay limitaciones de homologación de carreras: el Lynx GT1 es un pura sangre hecho para la calle, con el corazón de un depredador y el alma de una leyenda.
Los puristas notarán que este Lynx GT1 no está basado en el GT40 original, sino en el Ford GT de la década de 2000, una reinterpretación ya de por sí impresionante del ícono de los ’60. Pero en este caso, la silueta clásica ha sido llevada al extremo: aerodinámica agresiva, carrocería ensanchada en fibra de carbono y un paquete visual que grita “peligro” desde cada ángulo.
UN MOTOR QUE DESAFÍA LAS LEYES DE LA FÍSICA
Hablemos de lo realmente importante: el motor. Debajo del capó trasero ruge un V8 sobrealimentado que escupe nada menos que 1.200 caballos de potencia. Sí, leíste bien. Es el tipo de cifra que hasta hace poco solo veíamos en prototipos de videojuegos, pero que ahora se convierte en una realidad tangible. La caja de cambios es manual de seis velocidades, un guiño nostálgico a los puristas que aún creen que la conexión entre hombre y máquina se mide en embragues y tacómetros, no en chips y pantallas táctiles.
Este bloque motor no solo entrega una potencia descomunal, sino que lo hace con una rabia propia de los autos de carreras. Y si la teoría dice que un auto así debería ser indomable, Lynx Motors y Graham Rahal Performance aseguran que han trabajado en la suspensión y el chasis para ofrecer un equilibrio perfecto entre brutalidad y control. Aunque, seamos sinceros, con 1.200 burros bajo el pie derecho, necesitarás nervios de acero y reflejos de piloto para llevarlo al límite.
EXCLUSIVIDAD EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN: SOLO 28 UNIDADES
Si ya estabas sacando cuentas para vender tu casa, varios órganos y el alma a cambio de uno, hay malas noticias: el Lynx GT1 será ultra exclusivo. Solo 28 unidades verán la luz, cada una ensamblada a mano en las instalaciones de Graham Rahal Performance en Indiana, Estados Unidos. Una producción artesanal que asegura que cada ejemplar sea único y digno de pertenecer a una colección de autos de culto. ¿El precio? 1.7 millones de dólares.
Jeff Jennings, Director de Ingresos de Lynx Motors, lo deja claro: este proyecto no es solo un homenaje, sino una muestra de ingeniería extrema aplicada a un automóvil que podría marcar una nueva era en los deportivos artesanales. “Cada vehículo será manufacturado con la más alta calidad y una ingeniería excepcional, haciendo honor al legado y al rendimiento del icónico GT1 original”, sentencia Jennings.
¿EL DEPORTIVO DEFINITIVO?
En un mundo donde la electrificación y la inteligencia artificial amenazan con robarnos la emoción de conducir, el Lynx GT1 emerge como un rebelde que desafía las normas. Con una potencia descomunal, un diseño digno de un póster en la pared y una exclusividad que lo convierte en objeto de deseo inmediato, este hiperdeportivo promete ser una joya para quienes aún creen que el rugido de un V8 a plena carga es la mejor música que puede existir.
Si alguna vez soñaste con un auto que combinara la historia, la brutalidad y la exclusividad en un solo paquete, el Lynx GT1 acaba de hacer ese sueño realidad.