A mediados de 1955, durante su segundo mandato como presidente de la Argentina, Juan Domingo Perón compró un Cadillac Serie 62 Coupé Convertible con el objetivo de ser utilizado como auto presidencial. Sin embargo, el líder político nunca pudo cumplir el sueño de subirse al lujoso vehículo ya que en septiembre de ese año, antes de concretarse la entrega, fue derrocado y tuvo que partir hacia el exilio.
Considerado un símbolo de lujo en su época, el Cadillac cuenta con un motor V8 de 5.424 centímetros cúbicos de 255 CV acoplado a una transmisión automática Hydra-Matic de 4 velocidades. La velocidad máxima declarada por el fabricante era de 170 km/h.
Durante su tercer mandato (1973-1974), Perón tuvo la oportunidad de utilizar el Cadillac, pero optó por vehículos nacionales blindados, como el Rambler y un Ford. En ese momento, la exhibición de autos de fabricación nacional era considerada una elección estratégica en el escenario político.
UN CADILLAC CON PASAJEROS ILUSTRES
Aunque Perón nunca tuvo la oportunidad de disfrutar personalmente del Cadillac, este vehículo histórico fue utilizado por presidentes constitucionales como Arturo Frondizi, Arturo Illia, Raúl Alfonsín y Carlos Menem. No solo estuvo presente en manos de líderes democráticos, sino también en las de dictadores como Jorge Rafael Videla.
Personalidades extranjeras como el príncipe Felipe, Dwight David Eisenhower (foto) y Charles de Gaulle también tuvieron el privilegio de experimentar su elegancia. En 2006, incluso el presidente venezolano Hugo Chávez se dio el gusto de manejarlo durante su visita a Argentina. Con su elegancia resplandeciente este icónico automóvil solo acumula 18.000 kilómetros.
RESCATE DEL OLVIDO
En 2016, Luis Spadafora, fundador del Museo del Automóvil de Buenos Aires, descubrió el deterioro del Cadillac en los garajes de la residencia presidencial de Olivos.
Spadafora planteó una reparación “cosmética”, aunque esa idea se transformó en una restauración integral. El trabajo meticuloso contó con la colaboración gratuita de amigos y empresas y se realizó sin costo alguno para el Estado.
ASÍ FUE LA RESTAURACIÓN DEL CADILLAC DE PERÓN
La restauración de la chapa insumió más de 60 días de labor e implicó la remoción de la pintura vieja, sin emplear métodos abrasivos, y el arreglo de los accesorios externos.
El carburador y la bomba de nafta mecánica fueron reemplazados por un nuevo kit de origen americano, que se complementó con la sustitución de todas las correas (ventilador, bomba de agua y dirección hidráulica) y las mangueras de agua.
Los especialistas repararon a nuevo el motor eléctrico de arranque, la bomba de agua y la dirección hidráulica y reemplazaron el alternador por uno fabricado especialmente para ese tipo de motores.
La labor incluyó la limpieza profunda del sistema de enfriamiento con una técnica que permitió conservar el radiador original del auto y la sustitución de los viejos rulemanes por los del tipo blindado, sin alterar la originalidad del cuerpo principal de la bomba.
La pintura interior abarcó el motor, la tapa de válvulas, la cacerola del filtro de aire, el recubrimiento del filtro de aceite, los encauzadores de aire, los soportes de alternador y la dirección hidráulica. El limpiaparabrisas (del tipo sapito) fue restaurado a nuevo con su sistema original Vacum de vacío.
Los mecánicos retiraron tramos del cableado que no correspondían a la instalación eléctrica original y lo reemplazaron por nuevos conductores que mantienen la función y originalidad. También sustituyeron los dos caños de escape y los cuatro silenciadores por nuevos de acero inoxidable.
En el interior se colocó un nuevo tapizado en las butacas, paneles laterales, traseros y puertas. Se elaboró con la utilización de cueros naturales vacunos que respetaron la originalidad del vehículo. Además, se reparó el motor eléctrico que impulsa la bomba hidráulica del techo desplegable y reemplazaron la totalidad de las telas del cobertor.
UN ICONO RECUPERADO
Elegante, con su soberbio brillo original, el Cadillac de Perón es una pieza invaluable de la historia argentina restaurada con esmero. Desde 2018 se exhibe con orgullo en el Museo del Bicentenario.
“Para todos los que amamos los autos clásicos el haber recuperado este auto es una satisfacción. A todos nos hubiera gustado que Perón alguna vez se hubiera subido a este auto. Este auto se llama así, el pueblo ya lo bautizó: es el Cadillac de Perón”, asegura Spadafora.
Hoy, el Cadillac de Perón resplandece con su brillo original, sirviendo como una joya valorada del museo. Con su elegancia inconfundible, espera ansioso la llegada del próximo presidente electo, Javier Milei. Más allá de ser un automóvil, este Cadillac representa un capítulo tangible de la rica historia del país, llevando consigo los suspiros de un pasado presidencial y la esperanza de un mejor futuro para la Argentina.