A mediados de la década de 1980 los amantes del Mundial de Rally disfrutaban de los impresionante vehículos del Grupo B. Se trataba de pequeñas bestias con tracción integral, muy livianas y con potentes motores turbo que llegaban a los 500 caballos. Los principales exponentes eran el Audi Quattro, el Lancia 037, el Peugeot 205 Turbo 16 y el Lancia Delta S4, entre otros.
Esta reglamentación impuesta por la Federación Internacional del Automóvil permitía a las marcas construir vehículos exclusivamente para competir con la condición de fabricar solo 200 unidades para el mercado. Además, las nuevas piezas o evoluciones se homologaban con solo fabricar 20 coches más. De esta manera, se concebían autos desde cero a un costo bajo y sin la necesidad de tener una producción masiva.
El andar de estos pura sangre llevaron a la categoría hacia otro nivel. Las carreras eran espectaculares, pero también peligrosas. Entre 1985 y 1986 hubo una serie de graves accidentes -algunos fatales- que obligó a la FIA a prohibir este tipo de vehículos.
Ante esta decisión las marcas se centraron en la reglamentación del Grupo A, que originalmente había nacido para sustituir al Grupo 2 e incentivar la participación de equipos privados con vehículos limitados en potencia, peso, tecnología y costo total.
Así, de buenas a primeras, también pasó al olvido el Grupo S que la FIA había planteado como la evolución lógica de los Grupo B. Esta nueva normativa permitía a los fabricantes homologar sus modelos construyendo solo diez unidades, manteniendo las mismas características técnicas que los B (chasis tubular, tracción a las cuatro ruedas, motor central y carrocería de fibra), aunque con límites de peso y de la potencia, que no sería superior a los 300 caballos a través de restricciones en la admisión del aire y la presión del turbo.
La decisión de cancelar el Grupo S llegó cuando varios fabricantes ya habían comenzado a crear sus propios prototipos bajo estas reglas. Audi desarrolló el Quattro RS002, Toyota el MR2 D222 y Lancia el ECV2, que se dice podía acelera de 0 a 200 km/h en diez segundos.
Los Grupo S, obviamente, jamás derraparon en competencias por el Mundial de Rally. Algunos fueron la base de otros proyectos, otros se desmantelaron y unos pocos permanecen en museos o en manos de coleccionistas para recordar algo lindo que no pudo ser.