El Gran Premio de la Hermandad, una de las competencias más emblemáticas y tradicionales de la Patagonia argentina, vivió su edición más controvertida en 2024. Lo que debería haber sido una celebración del automovilismo en la región se transformó en un escándalo marcado por la desorganización, la falta de planificación, y la indignación de pilotos y aficionados. Esta 49° edición quedará en la historia, no por el desempeño de los corredores, sino por los graves errores logísticos que la empañaron.
La carrera, que se extiende desde la localidad chilena de Porvenir hasta Río Grande en Argentina, ha sido un símbolo de la hermandad entre ambos países, resistiendo incluso momentos de tensión política como el Conflicto del Beagle en 1978. Sin embargo, en 2024, la incompetencia organizativa ha dejado una marca negra en su prestigio.
El episodio más grave ocurrió en un tramo cercano a la Estancia Flamencos, donde más de 60 autos quedaron atascados en el barro, atrapados sin posibilidad de recibir asistencia alguna. De los 133 pilotos que comenzaron la carrera, apenas 26 lograron llegar a la meta, una cifra que revela la magnitud del desastre.
Los competidores que quedaron varados pasaron la noche en sus vehículos, intentando sin éxito liberar sus máquinas hasta la madrugada del domingo, una situación que, según los medios locales, podría haberse evitado con una planificación adecuada.
Los pilotos, conscientes de las difíciles condiciones climáticas típicas de la región en agosto, habían advertido sobre la necesidad de prever caminos alternativos y garantizar la seguridad en sectores críticos del trazado. Sin embargo, estas advertencias fueron desoídas, lo que culminó en el caos que se vivió.
La indignación no tardó en manifestarse. Pilotos y socios del Automóvil Club Río Grande, institución responsable de la organización del evento, exigieron la renuncia de la Junta Directiva, argumentando que la falta de previsión y la desorganización pusieron en peligro la integridad física de los participantes. En una carta enviada a la institución, describieron la edición de 2024 como “una de las peores en la historia de esta competencia”, subrayando la ausencia de medidas de seguridad apropiadas, la falta de vías de evacuación, y cambios de último momento en los puntos de largada y llegada, decisiones que solo agravaron la situación.
Lo sucedido en esta edición es un hecho inédito en la historia del Gran Premio de la Hermandad, que se ha corrido ininterrumpidamente desde 1974, salvo por la interrupción en 2020 debido a la pandemia de COVID-19. Nunca antes se había visto tal nivel de desorganización, que llevó a una situación tan crítica.
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A pesar del caos, la carrera tuvo un ganador. El chileno Alexis Barrientos, al volante de un Honda Civic, se llevó la victoria, superando por más de nueve minutos al argentino Luciano Preto, también a bordo de un Honda Civic. No obstante, este logro quedó opacado por los graves problemas que enfrentaron la mayoría de los pilotos.
Sin dudas, la edición 2024 del GPH, en lugar de ser recordada por la hermandad y el espíritu competitivo, será un ejemplo de cómo la falta de preparación puede convertir una fiesta del deporte en una pesadilla para todos los involucrados.
