
El futuro de Franco Colapinto en la Fórmula 1 se ha convertido en una olla a presión por todo lo que gira a su alrededor: fanáticos, medios, sponsors, gurúes de las redes sociales y un ejército de entusiastas que parecen estar convencidos de que el regreso del argentino a la Máxima como piloto titular es inminente. Una cuestión de días. O de errores. O de contratos…
El calendario de la F.1 2025 sigue su curso y con cada vuelta al mundo, la tensión sube un grado. La fecha de Miami, que alguna vez fue sólo un destino de palmeras y ostentación, ahora se ha convertido en un mito fundacional para los fans del actual piloto de reserva de Alpine. Es el Gran Premio bisagra. Es la instancia final donde Jack Doohan se jugaría su última ficha antes de ser empujado, con elegancia corporativa, hacia la sombra.
Mientras tanto, Colapinto sigue en su sitio. Paciente. Trabajando en el simulador de Alpine en Enstone. Participando activamente a la distancia en la puesta a punto de un coche que, con su ayuda, ya logró sumar puntos en Bahrein gracias a Pierre Gasly. Silencio de trabajo, mientras afuera se libran batallas digitales por su destino.
COMBUSTIBLE PARA LA ILUSIÓN
El último pedacito de leña que alimentó el fuego llegó con la última promoción lanzada por YPF: cargar combustible para participar por viajes a los Grandes Premios de Emilia-Romagna (Imola) y España (Barcelona) con la consigna explícita de “alentar a Franco por el mundo”. Una frase que no dejó lugar a muchas interpretaciones: para una gran parte del público, ese mensaje fue la confirmación de que Colapinto estará compitiendo como piloto titular de Alpine una vez que la Fórmula 1 aterrice en Europa.
En las últimas horas la suposición se propagó como reguero de pólvora. Para muchos, resulta impensado que una empresa como YPF, patrocinador del propio Colapinto, lance una campaña de semejante magnitud si no estuviera todo acordado. La “lectura” fue inmediata: si la petrolera premia viajes para “alentar a Franco”, es porque Franco estará efectivamente en pista.
A ese “combustible emocional” se le sumó otro dato no menor: el acuerdo comercial sellado entre YPF y Eni, la multinacional energética italiana que también patrocina a Alpine. Una jugada estratégica que, para los intérpretes de las señales corporativas, sellaría el traspaso del argentino a la grilla de titulares del equipo francés…
UNA HISTORIA QUE SE ESCRIBE EN REDES Y EN MEDIOS
Como cualquier tema candente, las redes sociales se convirtieron en el epicentro de la ebullición. Cada foto, cada comunicado, cada movimiento mínimo es diseccionado como si se tratara de documentos secretos filtrados de Enstone. Un emoji mal puesto desata discusiones kilométricas. Un repost de Alpine en Instagram es interpretado como confirmación tácita.
Incluso algunos fans del argentino “denuncian” a medios de diferentes partes del mundo que, supuestamente, maniobraban para sostener a Doohan en su butaca a toda costa. Claro que en Argentina, la prensa también alimenta el fenómeno, pero desde el otro extremo: Artículos, análisis y columnas de opinión ondean la bandera de Franco como el salvador inminente de la escuadra francesa. Dos realidades enfrentadas en un mismo tablero de expectativas y nerviosismo.
ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
Colapinto, mientras tanto, mantiene su bajo perfil. No participa en la orgía especulativa que lo tiene como protagonista. En los pasillos de Alpine reconocen su aporte en el simulador y también destacan su desempeño en las pruebas que ha realizado con un Alpine de vieja generación. Hablan de su madurez, de su enfoque, de su paciencia. Nadie, por ahora, se anima a confirmar nada. Tampoco a negarlo rotundamente.
Doohan, en cambio, siente el aliento en la nuca. Para nadie es un secreto que cada Gran Premio es un examen final sin fecha de recuperatorio. Miami, dicen, podría ser el último acto de su temporada.
La historia está siendo escrita en tiempo real. Entre acuerdos corporativos que huelen a petróleo y desesperación, entre simuladores de alta tecnología y encuestas de Instagram, entre medios de comunicación que alientan o denostan, según el color del cristal.
¿DESTINO O NECESIDAD?
Detrás de todo este ruido hay una verdad incómoda: la necesidad de ver a Colapinto en la Fórmula 1 no es sólo deportiva. Es emocional. Es identitaria. Un país entero busca revivir glorias pasadas a través de un pibe que corre rápido y tiene una sonrisa que no desentona en los paddocks más selectos.
Pero también está el riesgo de apresurar procesos que, en la Fórmula 1, se cocinan a fuego lento. La ansiedad puede ser combustible, pero también dinamita si no se maneja con precisión.
Franco Colapinto probablemente llegará. La cuestión es cuándo y cómo. Y sobre todo, en qué condiciones. Porque subirse a un auto por aclamación popular es tan peligroso como quedarse fuera por falta de lobby.
Mientras tanto, Miami se acerca. Las palmeras se agitan en la distancia. Y en algún rincón de Enstone, Franco sigue girando en el simulador, esperando que la realidad -esa terca, impredecible realidad- decida de qué lado caerá la moneda.