
La Fórmula 1 no espera. No perdona. Y sobre todo, no pregunta. Si un piloto no larga, si hay un rumor en el aire, si el jefe de equipo cena con el de otra escudería, el paddock lo mastica y lo escupe en cuestión de horas. En ese entorno feroz -y a veces cruel- se mueve hoy Franco Colapinto. Sin margen, sin protección, con un Alpine que se rompe y una mochila cargada de expectativas.
En medio de esa tormenta apareció una voz autorizada, una de las pocas que combina experiencia en el lugar de los hechos con sentido común y algo de afecto genuino. Felipe McGough, periodista argentino con varias décadas acompañando a la F.1, estuvo en Silverstone, escenario de un Gran Premio de Gran Bretaña que no tuvo a Colapinto entre sus protagonistas por una falla mecánica a minutos de largar.
Después de esa singular situación que dejó a Colapinto fuera de la carrera, en la Argentina comenzó a circular con fuerza un rumor que indicaba que María Catarineu, pieza clave en el entorno de Colapinto, habría tenido un cruce subido de tono con Flavio Briatore, responsable del team galo; por la rotura del auto que dejó a Franco sin correr. Algunos medios lo repitieron. Otros lo inflaron. La mayoría, simplemente no lo chequeó.
McGough fue contundente: “No hubo ninguna discusión entre María Catarineu y Flavio Briatore… Yo hablé con María el domingo después de la carrera. Y no podía creer lo que estaban diciendo. Me dijo: ‘No sé de dónde sacan estas cosas’. No hubo gritos, no hubo nada. Es una mentira total.”
Y agregó con fastidio: “No entiendo cómo, desde un sillón en Buenos Aires, se pueden publicar esas huevadas. No benefician a nadie. Solo perjudican todo el trabajo que se hace detrás para que Franco esté enfocado.”
PRESIÓN SIN RED: EL SALTO QUE DUELE
Colapinto vive una etapa crítica. Pasó de ser el mimado de Williams a estar bajo el microscopio de Alpine. El auto no rinde. La caja se rompe. El entorno se volvió hermético. Y en la Fórmula 1, cuando algo huele a crisis, todos tienen una teoría. “Franco está en busca del resultado. Está llevando el auto al límite con una configuración difícil, con poca carga aerodinámica para compensar el motor. Es muy exigente”, explicó McGough.
Según el periodista, Franco todavía no encontró el timing ideal con el Alpine. Pero eso no significa que esté fuera de ritmo. Simplemente, se enfrenta a un desafío mucho más rudo que el que tuvo en sus primeras carreras el año pasado. “Cuando se subió al Williams lo manejó como si lo hubiese hecho toda la vida. Se sentía cómodo en Williams porque apostó por él, lo abrazó, lo cobijó y le dio la confianza inicial. Acá (por Alpine) las circunstancias fueron diferentes, con muchísima presión de entrada”, reflexionó McGough.
PRENSA ARGENTINA: ¿INFORMAR O DISPARAR?

Uno de los pasajes más punzantes de la entrevista fue la crítica al manejo de la información por parte de algunos sectores del periodismo argentino: “No podemos pegarle un tiro a nuestra propia gente. Hay que empujar. Apoyar. No inventar cosas que perjudican más de lo que suman”.
La reflexión es clara: Franco no necesita adulaciones ni blindajes. Necesita contexto. Madurez. Y, sobre todo, honestidad.
Otro foco de la charla fue la prensa británica. Y ahí, McGough no dudó: “La prensa inglesa es brava. Muy cínica. No le hace asco a nada. Ni con sus propios pilotos. A Checo Pérez lo mataban aunque ganara. A Lando Norris le dieron con todo después de Canadá. No es una campaña contra Franco. Es su estilo.”
El periodista recordó cómo algunos medios ingleses publicaron un supuesto problema de embrague en el auto de Colapinto. “No lo creí. No es cierto. El problema fue la caja. Y ese fallo ya lo tuvo antes, incluso en Barcelona. Pero viste cómo son… te ponen los números arriba de la mesa y listo. Así operan.”
SILENCIOS, PROTOCOLO Y RECONSTRUCCIÓN
En la actualidad, el entorno de Colapinto está mucho más cerrado que hace un año y medio. Y eso, según McGough, también juega en contra: “No es mala voluntad de María ni de Jaime (Campbell-Walter) ni de Franco. El equipo pidió manejar todo a través de ellos. Pero eso genera un vacío. Y donde hay vacío, aparecen los que inventan.”
La buena noticia es que el piloto argentino está empezando a reconstruir su núcleo de trabajo: “Se rearmó un equipo alrededor de él. Volvió el psicólogo, volvió Lucas Benamo. Está Miguel, su fisio. Hay base. Pero la presión del equipo es la más grande de todas.”
NO ES MOMENTO DE DUDAR
Franco Colapinto está en la Fórmula 1. Eso, de por sí, ya es histórico. Pero también es frágil. La categoría no da respiro. La prensa no da tregua. Los jefes no dan explicaciones. “Estamos hablando de los 20 mejores pilotos del mundo. Y hoy tenemos uno ahí… ¿Vamos a desperdiciarlo porque no tiene resultados en un auto roto?”, se preguntó McGough.
La respuesta está implícita. A Franco hay que acompañarlo. Con exigencia, sí. Pero también con criterio. Con datos. Y sobre todo, con memoria: nadie llegó a lo más alto sin tropezar en el camino.