La pandemia de coronavirus que hoy tiene a buena parte del mundo sumido en diversos tipos de cuarentena (preventivas y/u obligatorias) permitió muchas otras situaciones. Sí, hay menos ruido y contaminación porque hay menos autos. Y cuando eso sucede, las ciudades parecen sacadas de juegos como el Need For Speed debido al poco tráfico de vehículos y de peatones. Tal es así que solo permanecen en las calles los que debidamente están autorizados a salir y los que –tristemente- deben seguir trabajando fuera de sus casas y al margen de la ley gracias a que su condición económica no les permite quedarse en sus hogares…
En este contexto era lógico pensar que alguien se iba a aprovechar de la situación para hacerse el vivo y circular a velocidades prohibidas en la vía pública. Sucedió con la famosa carrera ilegal Cannonball Run en la que hay que recorrer Estados Unidos de una costa a otra en el menor tiempo posible.
Para esto se trabaja con cierta planificación, en la que se tiene en cuenta la posibilidad de contar con un auto muy rápido, pero discreto (muchos tapan insignias y luces), al cual se lo equipa con tanques de combustible de reserva y con radares detectores de policía, entre otros gadgets.
Además, se estudian los puntos más convenientes para cargar combustible y los mejores horarios, así como las zonas donde se puede acelerar más y con qué amigos podés contar en la ruta.
Definitivamente, no es simplemente arrancar de un punto y llegar al otro. Por otro lado, el récord es válido solo si el camino comienza y termina en dos puntos claves: el Red Ball Garage de Manhattan, Nueva York; y el Portofino Hotel de Redondo Beach, California, respectivamente.
La historia de la Cannonball Run es larga y muy bien documentada, así que no ahondaremos mucho en eso. Lo único que diremos es que la referencia que había de diciembre pasado, cuando se estableció el último récord considerado oficial, es de 27 horas y 25 minutos que se registró con un Mercedes Benz E63 AMG sumamente preparado.
Por estos días, en la revista Road and Track apareció una nueva plusmarca, la cual fue considerada como “legitima” (o real, al menos) por dos personajes que usualmente son voces autorizadas para hablar de la prueba estadounidense: Ed Bolian, fundador de VinWiki y poseedor del récord entre 2013 y 2019; y Alex Roy, quien en el 2006 batió el primer récord “moderno” de la Cannonball Run y que tiene un documental en Netflix con su “hazaña”.
Lo cierto es que poco se sabe de la nueva marca, más que dos fotos verídicas y una supuesta tripulación de tres o cuatro personas a bordo de un Audi A8 2019 equipado con un par de tanques de combustible de reserva en el baúl. Salieron del Red Ball Garage poco antes del mediodía del 4 de abril y llegaron a California 26 horas y 38 minutos después.
Las imágenes se diseminaron por las redes sociales y generaron una ola de críticas entre los “puristas”, en especial porque se aprovecharon de la particular contingencia que envuelve al mundo y porque prácticamente ni se prepararon para la misión, más que con una tablet y dos tanques.
Para peor, podrían haber causado un gran perjuicio si se accidentaban con algún vehículo sanitario o que trasladaba artículos de primera necesidad. Por ende, algunos seguidores del récord ya plantearon su idea de invalidar lo hecho por el Audi A8 y mantener la plusmarca de diciembre pasado.
Más allá de esta discusión, lo cierto es que el hecho de participar del desafío ya es algo que resulta irresponsable, más allá de lo fascinante que sea. Entonces, ¿cuál es la línea entre ser un poco o muy irresponsable? ¿Ser más profesional en la manera de hacerlo?