El Mercedes-Benz 300 SL Gullwing es uno de los mejores autos deportivos de todos los tiempos. De las 1.400 unidades que se han construido, una ha alcanzado una fama aún mayor fuera del ámbito del mundo del automóvil: el 300 SL retratado por Andy Warhol en su famosa -e inconclusa- serie Cars.
El llamado 300 SL de Andy fue encontrado y adquirido por Brabus, la marca de movilidad de lujo de renombre mundial. Tras 4.500 horas de trabajo repartidas en dos años este icónico Gullwing volvió a la vida de manera magistral de acuerdo con las especificaciones originales.
Antes de alcanzar la fama internacional el 300 SL Gullwing protagonista de la serie Cars de Warhol se vendió a su primer propietario en París en agosto de 1955. Originalmente terminado en pintura Silver Grey sobre un interior de cuero azul, a menudo considerado como la combinación de colores por excelencia para estos autos, fue opcional con las muy deseables ruedas Rudge, luciendo tuercas de rueda “imitadas” en lugar de los tapacubos redondos estándar.
A pesar de que se vendió nuevo en Francia, en 1981 fue adquirió por el Dr. Heinz Noeth, quien se quedó con el automóvil hasta que Brabus lo compró en 2020.
El preparador alemán envió el automóvil a Mercedes-Benz Classic para una inspección completa que resultó en la emisión de un Hersteller-Expertise, que documentó meticulosamente los componentes mecánicos principales del vehículo y confirmó su autenticidad con los registros de fábrica.
El Mercedes-Benz 300 SL Gullwing había sido considerado un ícono mucho antes de que Warhol comenzara su series Cars, pero este 300 SL en particular no es solo un automóvil icónico, es una prueba del poder del arte.
LA PERSPECTIVA DEL ANDY WARHOL SOBRE LOS AUTOS
Aunque Warhol nunca aprendió a conducir, estaba intrigado por las cualidades escultóricas de los automóviles y era plenamente consciente del impacto de los automóviles y la cultura automotriz en la vida de las personas y la sociedad en general.
Para él, el automóvil era un símbolo de libertad, un espejo del cambio social y un artículo de consumo de lujo. No es casualidad que cuando tuvo éxito comercial, compró un Rolls-Royce Silver Shadow, el epítome del lujo y el estilo.
Además, al no aspirar a ponerse nunca detrás de un volante, el Rolls era un automóvil que necesitaba un chofer, algo que le permitiría simplemente sentarse y mirar por la ventana y ver el mundo exterior e imaginar su próxima obra.
ASÍ NACIÓ LA SERIE CARS
La serie Cars de Warhol nunca hubiera existido si no fuera por el galerista alemán Hans Mayer, a quien se le ocurrió la idea de una colaboración entre la marca y el artista.
Esta iniciativa no fue bien recibida cuando se la propuso por primera vez a los ejecutivos de Daimler-Benz, pero como la gente del mundo del arte sabe, el arte necesita ser visto para ejercer su poder.
Con eso en mente, Mayer viajó a Nueva York y le entregó a Warhol el libro Series Sports Cars from 1945-1980 de Frank Oleski. El tomo de 4,5 kilos contaba con excelentes fotografías e impresiones de alta calidad.
Mayer le pidió a Warhol que eligiera una foto de ese libro y que hiciera un trabajo tan atractivo que Daimler-Benz no podría decir que no. El artista eligió un 300 SL. El plan funcionó y el artista recibió el encargo de crear 80 obras a partir de 20 vehículos, una selección de los modelos más rompedores de la compañía.
Al final, solo logró terminar 49 obras (36 sobre lienzo y 13 dibujos) antes de morir inesperada y prematuramente el 22 de febrero de 1987 por complicaciones de una cirugía. Esto hace que la serie Cars sea una obra inacabada, aunque eso solo aumenta su valor.
A partir de 1988, las obras de la serie Cars se exhibieron ampliamente en museos de todo el mundo, aunque rara vez en su totalidad (la última vez en el Museo Albertina de Viena en 2010). Mientras que las reproducciones de las obras aparecieron en la prensa, en revistas de coches y de arte y en catálogos de exposiciones.
