Los sistemas de seguridad ADAS (Advanced Driver Assistance Systems, por sus siglas en inglés), siguen evolucionando y sentando los primeros pasos de la conducción autónoma. Estos sistemas necesitan de “ojos” que “ven” todo lo que sucede alrededor del coche y recogen esa información, para luego actuar en consecuencia y ayudar al conductor a tomar decisiones con seguridad.
Cada uno de esos sensores (cámaras, radar, sensores de ultrasonidos y sensores láser LIDAR) dispone de unas capacidades y limitaciones por su tecnología y naturaleza. El “cerebro” del automóvil se encarga de fusionar la información relevante aportada por todos ellos para generar un reconocimiento fiable del entorno.
Pero siguen teniendo limitaciones de “visión”, por ejemplo, para “ver” a través de la niebla, polvo o humo; para diferenciar entre un recorte de cartón de una persona y un ser humano real; o para detectar la presencia de hielo en la calzada a cientos de metros de distancia. Dos importantes avances van a contribuir a limitar estas carencias en un futuro cercano.
DOS NUEVOS SENSORES PARA LOS ADAS
El primero es una nueva cámara de infrarrojos de onda corta creada por TriEye, que ha conseguido abaratar esta tecnología para que todos los coches puedan montarla. Además de poder “ver” a través de la niebla, esta cámara mejora la detección de imágenes con poca luz y distingue mejor a personas, animales y las líneas de la carretera.
Otro gran avance es la cámara láser 3D “semántica” de Outsight, que permite detectar la composición material de los objetos y reconocer de forma fiable a los humanos. Además, este sensor es capaz de detectar hielo, agua o aceite a cientos de metros de distancia, determinar su profundidad y decidir si estos elementos representan un riesgo.
Como la inmensa mayoría de las cámaras de los sistemas ADAS, estos nuevos sensores irán montados en el parabrisas.