Una década le alcanzó al inglés Frank Williams para meterse en la historia de la Fórmula 1. Los primeros pasos los dio con el Frank Williams Racing Cars (1969 a 1975) y el Wolf-Williams Racing (1976) con los que consiguió algunos buenos resultados con chasis que les compró a otras escuderías, pero cuando comenzó a construir sus propios monoplazas -identificados con las siglas FW por sus iniciales- la cosa mejoró.
Este nuevo inicio se dio en la temporada 1977 cuando se asoció con el joven ingeniero Patrick Head, con quien formó una dupla imbatible durante los ’80 y los 90 que logró un total de 16 títulos entre Constructores y Pilotos.
El reinado de Williams comenzó con el australiano Alan Jones, que se consagró en 1980. Luego siguió con el finlandés Keke Rosberg (1982), el brasileño Nelson Piquet (1987), el inglés Nigel Mansell (1992), el francés Alain Prost (1993), el inglés Damon Hill (1996) y el canadiense Jacques Villeneuve (1997).
Pese a que siempre se mantuvo entre los equipos referentes de la especialidad, el Siglo XXI lo dejó en un segundo plano ante la supremacía de otras escuderías como McLaren, Ferrari, Renault, Red Bull y Mercedes. En los últimos 21 torneos terminó cinco veces tercero (1998, 2000, 2001, 2014 y 2015) y dos segundo (2003 y 2004).
Esa falta de competitividad y de reacción para revertir la situación fueron determinantes para que poco a poco perdiera la confianza de grandes empresas que le aseguraban tener la balanza financiera equilibrada como Allianz, Hewlett-Packard (con Compac y Lenovo), Niquitin y, más recientemente, Martini.
También perdió otros socios de relevancia como BMW, que le brindó motores entre 2000 y 2005. Esas cinco temporadas fueron el plazo más largo con un mismo motorista en este último tiempo ya que después fue alternando con otros fabricantes como Cosworth (2006, 2010 y 2011), Toyota (2007 y 2009), Renault (2012 y 2013) y Mercedes (2014 hasta la actualidad).
Williams también dejó de tener buenos pilotos. Una de sus alineaciones más poderosas fue la que formaron el colombiano Juan Pablo Montoya y el alemán Ralf Schumacher, quienes ganaron y lucharon por el título en los primeros años del 2000.
Luego de esa época tuvo que resignar una de sus butacas al mejor postor. Así llego el japonés Kazuki Nakajima, respaldado por Toyota; y hasta el venezolano Pastor Maldonado, que con el dinero de PDVSA ayudó a pagar el sueldo de sus compañeros como el brasileño Rubens Barrichello y el finlandés Valtteri Bottas.
El acuerdo al que llegó con Martini en 2014 le permitió revertir momentáneamente esa tendencia. Así fue que a Bottas se sumó en los dos años siguientes el brasileño Felipe Massa. Con esa dupla, por ejemplo, logró su mejor performance en años con los trece podios logrados en 2014 y 2015 que le significaron ocupar el último escalón del podio de la Copa de Constructores. Pero ese rendimiento no se pudo mantener en el 2016, ejercicio en que Williams cayó al quinto puesto tras ser superado por Force India.
En 2017 la necesidad imperiosa de conseguir más euros llevó al equipo a volver alquilar una de sus butacas y así cerró trato con el canadiense Lance Stroll, que aportó más de 70 millones de euros para estar al lado de Massa, quien a pedido la plana mayor de la escudería retrasó en un año su retiro de la categoría. Un chasis con muchos problemas, un piloto en retirada y un novato no fue la mejor combinación. Y el equipo volvió a terminar quinto.
EL ÚLTIMO FESTEJO
La última vez que Williams ganó en la Fórmula 1 fue en el Gran Premio de España de 2012 de la mano del venezolano Pastor Maldonado. En total el equipo que fundó Frank Williams acumula 114 victorias. Además, logró 128 pole positions, 133 récords de vuelta, 312 podios y 33 dobletes.
Pero lo peor estaba por llegar. En 2018 al aún inexperto -pero adinerado- Stroll se sumó el ruso Sergey Sirotkin, apadrinado por el banquero Boris Rotenberg. La temporada fue desastrosa: solo siete puntos y el último lugar en la tabla.
Y llegamos a este 2019 en el que Williams, aquel equipo campeón, está en el fondo del mar. Con escaso presupuesto para desarrollar un buen chasis y sin ningún piloto deseoso de correr con sus autos ya que ni Sirotkin ni Stroll renovaron sus contratos, ahora trata sumar al menos un punto con el novato inglés George Russell y el polaco Robert Kubica, que estuvo en los últimos años tratando de recomponer su brazo derecho lesionado tras un accidente en una carrera de rally en Italia en 2011.
En el seno del team este mal momento ya tuvo sus repercusiones. En los últimos meses se marcharon Dirk de Beer, responsable de aerodinámica; Ed Wood, jefe de diseño; y Rob Smedley, responsable de rendimiento. Y antes de que arranque el año se marchó, “por motivos personales”, Paddy Lowe, quien era director técnico y accionista…
Y como si estos fueran pocos problemas Williams Advanced Engineering, un departamento que nació especialmente para crear tecnologías para terceros, contribuye poco a la financiación del equipo.
“Crear el Williams del futuro y preservar nuestra cultura es la tarea que enfrentamos ahora”, aseguró recientemente Claire Williams, hija de Sir Frank Williams y quien maneja la estructura desde 2013 (ahora con el asesoramiento de Head).
No es la primera vez que un equipo exitoso cae en desagracia. Sucedió con Lotus, Tyrrell, Ligier y Brabham, por nombrar algunos. Pero así es el mundo de la Fórmula 1, tan fascinante como ingrato.
