El Turismo Carretera, la categoría más emblemática del automovilismo argentino, no está exenta de controversias. La reciente victoria de Juan Martín Trucco en el autódromo de Buenos Aires con su Dodge Challenger, el único modelo de nueva generación que no había ganado hasta ahora, desató una serie de reacciones que nadie esperaba. Lo que ha seguido a este triunfo es un cúmulo de decisiones técnicas que, en lugar de consolidar el éxito del modelo, parecen llevar al Challenger a un terreno incierto.
De los autos que debutaron este año en la categoría, el Challenger fue, sin dudas, el que más problemas presentó en cuanto a competitividad. Su escaso desempeño motivó al Departamento Técnico de la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) a otorgar una serie de permisos especiales a Rodolfo Di Meglio, el preparador a cargo del vehículo.
Estos cambios, que incluyeron modificaciones drásticas en la trompa, el perfilado de la carrocería y ajustes aerodinámicos, transformaron por completo el aspecto del auto y, lo más importante, su rendimiento en la pista. “Lo que hicimos fue perfilar la trompa, se afinó la parte superior del auto en 25 mm por lado y arrimamos el lateral. La cola perfilamos 50 mm buscando la forma de gota”, detalló Di Meglio sobre los trabajos realizados.
Estas modificaciones, aunque efectivas en términos de performance, han alterado profundamente el aspecto del Challenger, haciendo que pierda parte de su identidad visual. Como respuesta, el Departamento Técnico de la ACTC intervino nuevamente, estableciendo que el modelo Dodge deberá llevar a partir de la próxima carrera una trompa más alta y un sector trasero menos reducido, intentando restaurar la esencia del modelo original.
A primera vista, estos cambios podrían percibirse como un retroceso en el desarrollo logrado por Di Meglio. No obstante, la reciente modificación en la cilindrada de los motores, que permite al impulsor del Challenger generar 290 cc más, podría compensar las alteraciones externas impuestas por la ACTC.
El éxito de Trucco con un Challenger modificado abrió las puertas para que otros usuarios de Dodge consideraran cambiar la carrocería de sus vehículos del tradicional GTX al nuevo modelo. Pero las nuevas disposiciones técnicas podrían poner un freno a estas aspiraciones…
Estas modificaciones en medio del campeonato no son un fenómeno nuevo en el Turismo Carretera. La flexibilidad del reglamento técnico es, en muchos casos, un arma de doble filo. Si bien su propósito es mantener la competitividad entre los autos, lo cierto es que este tipo de decisiones socavan la transparencia en la categoría. Los fanáticos y los participantes merecen un reglamento claro y estable, que no se modifique a conveniencia ni responda a intereses que puedan poner en tela de juicio la integridad del campeonato.
El TC siempre ha sido una categoría donde la lucha por la paridad es constante. Sin embargo, cuando las decisiones técnicas se vuelven tan flexibles, la línea entre la competencia justa y la manipulación reglamentaria se vuelve peligrosamente delgada. La ACTC debe reflexionar sobre las implicancias de estas intervenciones y asegurarse de que, en su búsqueda de equilibrio, no termine sacrificando la esencia misma del deporte.