A finales de la primavera de 1927 se inauguró Nürburgring, uno de los circuitos más emblemáticos del mundo. Amado y respetado a partes iguales, el Infierno verde, como así denominó el piloto Jackie Stewart a su sección Nordschleife (norte), es un lugar de peregrinación para los aficionados al mundo del motor.
En sus casi cien años de historia, son muchas las personas que han disfrutado de esta montaña rusa de asfalto situada en la región alemana de Eifel. Es el caso de Sabine Schmitz, que nació a escasos diez kilómetros del trazado, en la localidad de Adenau.
Tanto ella como su familia tenían una gran vinculación con aquella zona, y no solo por ser de allí, sino porque regentaban un negocio situado muy cerca del circuito, el hotel am Tiergarten.
En sus habitaciones se han alojado durante décadas personalidades de todo tipo pertenecientes al mundo de las carreras y, tal y como recuerda la madre de Sabine, Uschi Schmitz, “era bastante habitual que los pilotos rompieran las lámparas de las habitaciones al descorchar botellas de champán celebrando sus victorias”.
En la primera planta de este hotel se encuentra el restaurante italiano Pistenklause, otra gran meca del automovilismo que, además de ser conocido por su excelente carne a la piedra, es algo parecido a un museo repleto de fotografías, firmas y recuerdos de pilotos de todas las épocas. Visita obligada para los amantes de la velocidad que acuden a Nürburgring y alrededores.
Sabine estaba llamada a dirigir el negocio de la familia, pero, según ella misma solía decir: “Pelar patatas no era lo mío, lo que realmente me gustaba era la velocidad”. Estaba claro que a esta joven alemana le iba la acción. Su madre se dio cuenta rápidamente de que sentía una conexión especial con el circuito
Sabine dio su primera vuelta a Nürburgring en bicicleta. Poco después lo hizo -en secreto- con el coche de su madre y, más adelante, con el suyo propio. Su padre fue su mejor cómplice en esta época tan temprana, ya que le ayudaba a costearse su capricho pagándole las ruedas que gastaba intentando parar el crono cada vez más rápido. Tanto le gustó aquello y tan en serio se lo tomó, que pronto empezó a competir y a desempeñar tareas varias en el circuito.
A lo largo de su vida llegó a completar nada menos que 30.000 vueltas. Y esto es mucho decir, porque la sección norte de Nürburgring nada tiene que ver con un circuito convencional. Su longitud es excepcionalmente elevada (20,8 kilómetros), así que Sabine tuvo tiempo de recorrer más de 600.000 kilómetros.
Muy pocos pilotos, o quizá ninguno, conocían mejor que ella los secretos de las 73 curvas de este trazado histórico. Schmitz a menudo entraba para dar vueltas como conductora del Ring Taxi, con el que ofrecía experiencias de copilotaje que dejaban con la boca abierta a cualquiera. Pero también iba al circuito para crear el contenido que después se emitiría en los programas televisivos de motor en los que participaba como estrella destacada. Y, por supuesto, para competir. La piloto participó en decenas de carreras y logró, entre otras, dos victorias en las 24 Horas de Nürburgring.
Recordada por sus batallas sobre la pista, en los últimos años a bordo del Porsche 911 GT3 R del equipo Frikadelli, lo cierto es que Sabine tenía inquietudes más allá de las ruedas y la gasolina. Amante confesa de los animales, disfrutaba de ellos en su rancho cercano al pueblo de Nürburg. También pilotaba helicópteros e incluso llegó a ser una sumiller profesional. Sin duda, fue una mujer muy completa que, además, irradiaba personalidad y positivismo. Siempre mantuvo los pies en la tierra, incluso cuando se convirtió en un rostro mundialmente conocido tras su paso por el programa británico Top Gear.
No rechazaba una petición de autógrafo ni ponía una mala cara a sus fans. Más bien todo lo contrario. Esa era su grandeza. Y también el hecho que daba igual si entraba al circuito con un 911 GT3 o con una furgoneta: su capacidad de disfrutar al volante y, sobre todo, de transmitirlo con pasión, eran las claves para captar la atención del público.
Al final, ni la velocidad ni la fiereza del Infierno Verde hicieron mella en su carrera o en su propia vida. Caprichos del destino, fue una larga enfermedad la que se llevó a Sabine el 16 de marzo de 2021 cuando aún le quedaban muchas curvas por trazar a la Reina del Ring.