La idea de desarrollar una estrategia de carrera basada en un conocimiento preciso de la pista fue algo que se comenzó a practicar en los inicios del automovilismo. De hecho, la checa Elisabeth Junek (1900 a 1994) ya lo usaba en la década de 1920 y por eso es considerada como la pionera de este enfoque analítico. Sin ir más lejos, en el rally el libro de ruta que utilizan los navegantes es esencial para que los pilotos los hagan a gran velocidad. En 1955, por ejemplo, este sistema les permitió a la dupla Stirling Moss y Denis Jenkinson ganar en la mítica Mille Miglia a bordo del Mercedes-Benz 300 SLR.
Para facilitar la lectura del road-book del tortuoso recorrido de 1.600 kilómetros utilizaron un ingenioso dispositivo que consistía en dos rollos de papel dentro de una caja de aluminio con una ventana de Plexiglas. Eso le permitió a Jenkinson leer las notas escritas en un papel de cinco metros y medio de longitud. Con este sistema Moss y Jenkinson ganaron esta agotadora carrera en un tiempo récord.
Utilizaron las notas por primera vez después de la Pascua de 1955 durante las sesiones de entrenamiento. Pero Jenkinson difícilmente hubiera podido pasar las páginas de un libro normal con la suficiente precisión en un automóvil descubierto.
“Nuestros detalles de la ruta se habían perfeccionado y los escribí todos en una hoja especial de papel de dieciocho pies de largo. Moss hizo que se construyera una caja de aleación, sobre el sistema de rodillo del mapa, y para nuestra práctica final utilicé este dispositivo, enrollando el papel desde el rodillo inferior hasta el superior. Las notas se leían a través de una ventana sellada por si se corría bajo la lluvia”, recordó en su momento Jenkinson.
Como el ruido en el automóvil también era muy fuerte no era posible la comunicación mediante la voz. Así que Jenkinson pasó los meticulosos detalles de la ruta a Moss mediante señales con la mano. El código que constaba de 15 señales manuales y demostró su eficacia.
Como dijera Moss después de la victoria: “Estuvimos de acuerdo en que era un método mejor que cualquier otro para la comunicación después de haber probado micrófonos abiertos, micrófonos de garganta y otros métodos”.
La recompensa por su arduo trabajo fue un tiempo récord de 10 horas, 7 minutos y 48 segundos, lo que supone que Moss y Jenkinson ganaron la Mille Miglia a una velocidad promedio de 157,6 km/h. Nadie ha logrado superar esta marca hasta el día de hoy.