Andreas Nikolaus Lauda siempre tuvo claro que no quería seguir los pasos de su padre y convertirse en un empresario. A este muchacho oriundo de Viena (Austria), nacido el 22 de febrero de 1949, le gustaba la adrenalina y el automovilismo fue la mejor forma de saciar esa sed por el vértigo.
A pesar de la oposición de su familia participaba en cuanta carrera estaba a su alcance. Los primeros pasos los dio en competencias de trepada en 1968, después corrió en la Fórmula Vee y llegó a la Fórmula 3, que le pareció muy insegura. Ahora sí con el respaldo familiar saltó a la Fórmula 2 en 1971.
La fortuna de los Lauda le permitió a Niki dar el siguiente paso: correr en la Fórmula 1. El debut fue en el GP de Austria del ’71 con un March, que no le permitió llegar a ver la bandera de cuadros.
En 1972 siguió con el equipo fundado por Max Mosley, Alan Rees, Graham Coaker y Robin Herd y en 1973 pasó a British Racing Motors (BRM). Con ambas escuderías logró resultados interesantes, algo que captó el interés de Ferrari. Su arribo a Maranello se produjo en 1974 gracias a los buenos comentarios del suizo Clay Regazzoni, quien había sido su compañero en BRM.
Con la Scuderia llegaron los primeros grandes resultados. En aquel torneo ganó en su cuarta carrera sobre una Ferrari (Gran Premio de España). Ese año logró otra victoria (GP de Holanda) y subió en otras tres ocasiones al podio. El año siguiente fue el de la explosión de Lauda. En su tercera temporada completa en la F.1 logró el título en una campaña que incluyó cinco triunfos (tres de ellos consecutivos).
En 1976 Lauda arrancó con todo, con la firme intención de retener el “1”. Se impuso en cuatro de las seis primeras carreras y fue segundo en las otras dos. La ventaja de puntos era lo suficientemente amplia cuando se celebró el Gran Premio de Alemania en el circuito de Nürburgring, pero el destino le jugó una mala pasada.
En la curva de Berwerk, durante la segunda vuelta de la carrera, Lauda perdió el control de su auto y se estrelló contra el muro. El coche se incendió y solo la reacción de los pilotos Harald Ertl, Guy Edwards y Arturo Merzario, le ayudaron a escapar de aquel infierno.
Niki había sufrido quemaduras muy graves y hasta recibió la extremaunción. Aunque estuvo a punto de morir, se recuperó en tiempo récord: al mes y medio del accidente volvió a Monza (Italia).
Las dos carreras de ausencia fueron bien aprovechadas por el inglés James Hunt (McLaren), con quien definió el título en la última fecha del año en Fuji, Japón.
En medio de un gran aguacero, Lauda, que no tenía visibilidad suficiente por las secuelas de su rostro quemado, y abandonó voluntariamente la competencia. Eso le permitió a Hunt conseguir la corona por un punto de ventaja.
Una vez superado aquel difícil momento, Lauda volvió a coronarse campeón en 1977, aunque su relación con Ferrari había empeorado considerablemente. La mejor decisión fue marcharse al Parmalat Racing Team, que corría con los chasis Brabham.
Pese a su ímpetu, no cosechó grandes resultados (solo dos victorias en dos temporadas) y se retiró a fines de 1979 para dedicarse a la compañía de vuelos charter que había fundado.
Su experiencia como empresario de la aeronáutica no fue del todo buena y aquejado por serios problemas financieros debió volverse a subirse a un F.1. El regreso fue en 1982 de la mano de McLaren. Rápidamente, demostró que su talento estaba intacto y consiguió el cetro de 1984.
Un año después de su tercer título llegó su retirada definitiva, aunque nunca se alejó de la F.1 ya que ocupó cargos de asesor en equipos como Jaguar y Mercedes, donde estuvo en funciones hasta 2018 como su presidente no ejecutivo.
Niki Lauda falleció en la madrugada del lunes 20 de mayo a los 70 años, pero su recuerdo permanecerá en el tiempo porque las leyendas son eternas.
