Alguna vez alguien lo definió como el Infierno Azul haciendo un paralelismo con el viejo circuito de Nürburgring apodado como el Infierno Verde por estar en medio del bosque. Claro, en el Mount Panorama australiano no hay tantos árboles, pero al estar ubicado en una colina sus constantes desniveles hacen que el cielo -más que nada cuando está despejado- tome cierto protagonismo a lo largo de sus 6.213 metros.
Esta pista fue inaugurada el 18 de abril de 1938 y se construyó sobre viejos caminos que los habitantes de Bathurst, en Nueva Gales del Sur, usaban para probar su valentía. Y desde hace mucho tiempo es escenario de las dos carreras más importantes del automovilismo de Australia: la Bathurst 1000 del V8 Australiano y las 12 Horas de Bathurst.
¿Qué la hace una pista tan especial? Todas las dificultades que presenta en forma de curvas de baja, media y alta velocidad (en total son 23), una secuencia de eses muy rápidas, un par de rectas lo suficientemente largas y varias subidas y bajadas. En síntesis, vértigo puro.
“Competir aquí es una locura, estos tipos están locos. El lugar es fantástico, realmente la televisión no le hace justicia. Desde niño tuve el sueño de correr en este circuito y cumplirlo sobre un F-1 es algo fantástico”, contó el inglés Jenson Button después de realizar una exhibición con un McLaren de Fórmula 1 en 2011. Su tiempo fue de 1m48s88, registro que extraoficialmente es el más veloz logrado en este pintoresco escenario.
El récord oficial lo tiene Christopher Mies, quien sobre un Audi R8 Ultra GT3 estableció el 16 de noviembre de 2018 un tiempo de 1m59s2910 en el marco del Challenge Bathurst de aquel año.
La vuelta en Mount Panorama comienza en la recta de boxes, que desemboca en la temible Curva del Infierno -a la izquierda y en ángulo recto- que debe su nombre a la gran cantidad de accidentes que habitualmente se producen. Le sigue Mountain Straight, una recta de 1.100 metros que termina en un leve ascenso y en una veloz curva hacia la derecha llamada Griffins Bend en honor al alcalde que proyecto el trazado.
En seguida vienen las variantes Reid Park, Sulman Park, el punto más alto de la pista ya que está ubicado a 862 metros sobre el nivel del mar; y McPhillamy Park, el lugar preferido de los fanáticos para apostarse durante el fin de semana de las competencias. Todas estas curvas están encerradas entre muros y sus nombres están inspirados en los parques que rodean el circuito.
Ya en la cima de la montaña se transita a toda velocidad por Brock´s Skyline, un sector que desemboca en The Esses, una serie de curvas enlazadas bastante rápidas y estrechas que se hacen ya en bajada. En cuestión de segundos hay que frenar para meter el auto en The Dipper, una curva considerada como la versión australiana del Tirabuzón de Laguna Seca y donde cualquier error se paga caro.
La estrecha y larga recta de Conrod permite que los V8, por ejemplo, superen los 300 km/h. Es el lugar más crítico del trazado como lo demuestra su historial de incidentes, que en varios casos han terminado en consecuencias fatales. Esta zona desemboca en una pequeña curva conocida como The Chase en la que los autos viajan a 290 km/h. Luego de una pequeñísima recta, se llega a Murray Corner, la última curva del circuito que es de 90 grados. Se entra a la recta principal y todo vuelve a comenzar…
Cuando no se utiliza, el Mount Panorama está abierto al público que lo puede transitar en ambos sentidos. La única condición es no hacerlo a más de 60 km/h, una velocidad que es controlada por la policía local a través de radares ocultos en lugares estratégicos.
También, en este último tiempo, la pista forma parte de los más prestigiosos juegos de simulación como las zagas Gran Turismo y Forza. Sin embargo, las recreaciones no le hacen honor a la pista verdadera en la que todos, pilotos y espectadores, solo hacen una cosa: contener la respiración.