Bell, Arai y Shoei son algunas de las marcas de cascos más famosas de la actualidad. Pero no siempre fue así. De hecho, en los inicios de la actividad los pilotos apenas usaban unas antiparras para proteger sus ojos de la suciedad de los polvorientos caminos. Pero a medida que la actividad se fue desarrollando, la necesidad de proteger la cabeza se convirtió en una prioridad.
Así fue que en los primeros años del siglo XX utilizaron un protector de tela, que luego se reemplazó por uno de cuero como los empleados en el fútbol americano. Recién a fines de los ’40 aparecieron los primeros cascos, aunque no eran fabricados por especialistas como hoy en día sino por sombrereros.
Una de las empresas reconocidas en este rubro y que con el tiempo se convirtió en la marca más elegida de los pilotos de la mismísima Fórmula 1 fue la británica Herbert Johnson.
Esta empresa con sede en Londres había sido fundada en 1889 por Herbert Lewis Johnson, quien había aprendido el oficio de su padre y luego lo perfeccionó en Lincoln & Bennett.
Cuenta la historia que la decisión de Johnson de emprender su propia compañía surgió después de arreglarle un sombrero de copa al Príncipe de Gales, que más tarde se convertiría en el Rey Eduardo VII. Había hecho tan buen trabajo que el príncipe lo animó a que abriera su propio negocio y así lo hizo con la ayuda de su socio Edward John Glazier.
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Johnson continuó trabajando personalmente en su sombrerería hasta su jubilación en 1928. Había convertido el nombre en sinónimo de calidad. “Un hombre con un sombrero Herbert Johnson es un hombre aparte”, se solía decir por aquellos años.
Entre su gama de productos la firma incluía el bombín (negro para la ciudad, marrón para el campo o gris para conducir), la gorra de tweed clásica para disparar, pescar o jugar al golf, el Homberg, que en el cine hizo famoso el personaje de Indiana Jones; y los cascos de polo.
Justamente estos últimos fueron adaptados para ser utilizados en el automovilismo. La idea surgió del teniente Alfred Thomas Goldie Gardner, quien se destacó en las competencias en los años ’20 y ’30. Gardner utilizó durante mucho tiempo un casco hecho por el propio Glazier, aunque recién la creación se popularizó a fines de los ’40 tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Aquellos cascos de Herbert Johnson utilizaban los últimos adelantos tecnológicos, como la fibra de vidrio, inventada en 1938 por Games Slayter y que servía para darles una estructura fuerte y resistente. Eso se combinaba con los materiales tradicionales como el cuero y el lino cortados a mano. Además, en su interior se ponía un acolchado absorbente de corcho envuelto en cintas de tela de algodón para reducir las consecuencias de un golpe en la cabeza.
La idea de este tipo de protección surgió del neurocirujano Hugh Cairns después de no poder salvarle la vida al coronel Thomas Edward Lawrence -más conocido como Lawrence de Arabia– luego de sufrir un golpe en la cabeza tras caerse de su moto Brough Superior SS100.
Las creaciones de Herbert Johnson y de las otras sombrererías de la época sirvieron de inspiración para el surgimiento de compañías especializadas en la producción de cascos específicos para la competición. Una de las que dio el puntapié fue Bell, una empresa de autopartes que nació en 1923 y que luego sumó a su negocio el desarrollo de elementos de seguridad específicos para las carreras.
Bell creó su primer casco 1954. El modelo 500 se hizo rápidamente popular en las pistas de Estados Unidos y tres años después se lo comenzó a ver en la F.1, iniciándose así un proceso de desarrollo constante de este elemento que aún continúa en nuestros días.
Sin embargo, aquellos cascos fabricados por sombrereros aún son admirados porque remiten a la era dorada del automovilismo. Tal es así que una réplica del casco Herbert Johnson utilizado por Juan Manuel Fangio en parte de su campaña en la F.1 será entregado como premio al autor de la pole position del Gran Premio de México a modo de homenaje del 70° aniversario de la primera de las cinco coronas que logró el argentino en la especialidad.