El 7 de octubre de 2007, en el marco de los 200 Kilómetros de Buenos Aires del TC2000, José María López emocionó a todo un país cuando realizó una exhibición sobre un Williams de Fórmula 1. Obviamente, el momento cúlmine de esas vueltas a fondo en la pista del autódromo porteño fue cuando sacó la bandera argentina y la mostró a las miles de personas que estaban en las tribunas.
Hacía menos de un año que la Máxima le había dado la espalda al cordobés, quien desde hacía algún tiempo esperaba su oportunidad de la mano del equipo Renault. Sin lugar en el programa del Rombo de jóvenes pilotos, Pechito volvió al país para seguir demostrando su talento sobre todo tipo de autos.
Los resultados conseguidos en el TC2000, el Top Race y el Turismo Carretera le abrió de nuevo las puertas a la F-1, aunque esta vez el golpe fue más duro: había firmado un contrato para ser titular en la temporada 2010, pero en un equipo que jamás existió…
López se compuso de ese nuevo sinsabor acelerando, como siempre. Y cuando volver al exterior parecía un sueño lejano, el WTCC llegó a esta parte del mundo para realizar una de sus fechas en Termas de Río Hondo. Por la insistencia de su padre se subió a un viejo BMW con el cual llegó a ganar una carrera. Ese éxito fue clave para que Citroën, que estaba trabajando en su desembarco en la categoría, le permitiera empezar una nueva etapa en su vida deportiva.
Pechito retribuyó tanta confianza de la mejor manera posible: logrando los títulos de 2014 y 2015, algo que le permitió a la Argentina volver a celebrar un campeonato mundial desde la época de Juan Manuel Fangio en la F.1.
La última corona fue especial y por eso la celebró a su manera. Después de ganar la primera de las dos carreras en Tailandia, y de conseguir con ese resultado el cetro de manera anticipada, hizo flamear de nuevo a la bandera argentina, aunque esta vez no fue a forma de consuelo, sino por felicidad.