En 1936 Opel fue el primer fabricante de automóviles en ofrecer un coche compacto asequible y adecuado para las familias: el Opel Kadett. Con su carrocería monocasco de acero y su bajo peso fue todo un pionero. Sin embargo, el fundador del segmento de los compactos modernos en realidad fue el Opel Kadett A de 1962. Un gran baúl, una habitabilidad para cuatro pasajeros, un motor de buena respuesta y sus bajos costos de mantenimiento fueron las claves de su éxito.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Opel reestructuró su gama. En los años del milagro económico los coches prácticos y asequibles tenían una gran demanda. En 1962 Opel construyó una planta de producción completamente nueva en Bochum ideada para el Kadett A.
El nuevo Kadett constituía un ejemplo de construcción ligera: pesaba sólo 670 kg y, con la carrocería Caravan que le siguió poco después, sólo 720 kg. Además, el Kadett era muy asequible, con un precio en Alemania desde 5.075 marcos alemanes. Los ingenieros idearon una producción lo más sencilla posible.
La carrocería constaba únicamente de 12 piezas principales y los paneles laterales estaban hechos de una sola lámina de acero. Los bajos costes de mantenimiento del Kadett A también eran fruto de su diseño.
Gracias a las rótulas libres de mantenimiento de la suspensión y la dirección estos componentes no requerían un engrase periódico. Los costos de mantenimiento y de las piezas de recambio se miraron con lupa. La revisión de los 10.000 kilómetros, incluidos los materiales, sólo costaba aproximadamente 30 marcos.
El Kadett contaba con todas las ventajas que convertían en apetecible a un vehículo de los años 60: con un diseño elegante, gran flexibilidad, innovadoras tecnologías y muchas funciones prácticas. Su baja línea de cintura y grandes superficies acristaladas le proporcionaban una gran visibilidad, mientras la habitabilidad interior sorprendía mucho a los conductores de coches de los segmentos B y C. Cuatro personas podían acomodarse con total confort.
Además, el tapón del depósito de combustible estaba emplazado en el exterior, una innovación que ya había buscado en vano algún otro fabricante alemán de la época. “Nunca tendrás olor a gasolina en el maletero”, era el irónico mensaje dirigido a Wolfsburg. Su amplio maletero estaba reservado exclusivamente para el equipaje.
Con su moderno motor delantero refrigerado por agua, el Kadett de tracción trasera ofrecía otra ventaja de diseño respecto al popular VW Escarabajo. El motor de cuatro cilindros de 993 cc inicialmente desarrollaba 40 CV y, a partir de 1963, también estaba presente en el nuevo Kadett Caravan.
El motor de alegre respuesta impresionaba por su rápida entrega de potencia y su elasticidad, permitiendo al Kadett alcanzar una velocidad máxima de 120 km/h. El motor S de 1,0 litros y 48 CV, que se utilizó por primera vez en el nuevo coupé desde 1963, alcanzaba incluso los 130 km/h.
“El Kadett mantiene extraordinariamente bien la trazada en las curvas y en las superficies irregulares”, se podía leer en un catálogo comercial de la época. Su equilibrada distribución de pesos y el nuevo eje trasero contribuían a una conducción neutra y segura.
Una ventaja significativa de la generación del Kadett A era que sobre la misma plataforma contaba con una completa familia de carrocerías: con un compacto de 5 puertas, un coupé y un familiar.
En el Salón del Automóvil de Ginebra de 1963, seis meses después del debut de la versión de 5 puertas, Opel presentó el Kadett A Caravan, el primer familiar alemán del segmento de los compactos. Una opción muy popular entonces era el asiento infantil trasero para la tercera fila orientado en el sentido contrario a la marcha, que permitía acomodar hasta seis personas.
Gracias al Kadett A la marca se convirtió rápidamente en el líder del mercado en este segmento. A mediados de los años 60, casi uno de cada dos coches familiares en Alemania era un Opel.