Después de lograr su quinto título en la Fórmula 1 y cansarse de ganar en las pistas europeas, Juan Manuel Fangio comenzó a pensar seriamente en el retiro. Sin embargo, este hombre de 46 años aún tenía una cuenta pendiente: correr las 500 Millas de Indianápolis, competencia que si bien estaba en el calendario de la F-1, los equipos del Viejo Mundo dejaban a un lado por los altos costos para trasladarse a Estados Unidos y la necesidad de desarrollar un vehículo exclusivo para un óvalo.
“Mi deseo de participar en Indianápolis es una aspiración que he tenido desde hace mucho tiempo”, dijo en aquel momento el Chueco. Y la oportunidad le llegó en 1958 -solo dos meses antes de abandonar la competición- al aceptar el desafío del magnate californiano Floyd Clymer, quien dudaba de sus condiciones y pergaminos.
Clymer le apostó 6.500 dólares. De ellos 500 le corresponderían argentino cuando se inscribiese en la carrera, 1.000 si llegaba a clasificar entre los 33 pilotos habilitados a largar, 2.500 si terminaba la carrera entre los cinco primeros con un auto yanqui o 5.000 si lo hacía en un auto europeo.
El Quíntuple solo puso dos condiciones: contar un vehículo competitivo y donar el dinero que él pudiese ganar con la apuesta a una entidad de beneficencia.
Fangio llegó a Indianápolis con la intención de girar lo antes posible con el Kurtis Kraft 500G Offenhauser con el N° 77 que era auspiciado por la Dayton Steel Foundry. Sin embargo, el vehículo aún no estaba en condiciones para ser probado.
Mientras su equipo ultimaba detalles, para ganar tiempo y experiencia el argentino salió al óvalo con un Kurtis Kraft 500F del equipo Novi Automotive Air Conditioning que en la carrera lo correría Bill Cheesbourg. Tras diez vueltas, Fangio logró bajar el tiempo de Paul Russo, el otro piloto de la escudería.
Cuando Fangio por fin pudo subirse a su Kurtis Kraft solo completó tres vueltas y en una de ellas hizo un trompo. Volvió a boxes y les dijo a sus mecánicos que el auto tenía algún problema que le impedía mantenerse en las rectas. Los mecánicos no le hicieron caso y Fangio optó por no competir.
“El coche no está en óptimas condiciones para permitirle al señor Fangio mantener su reputación como piloto campeón del mundo”, señaló un portavoz del Chueco el 15 de mayo, dando por terminada la aventura en las 500 Millas de Indianápolis.
“Me hubiera gustado correr en Indianápolis con un auto adecuado y también haber tenido un buen entrenamiento para hacer una buena carrera. Solo probé dos días y en total completé seis vueltas más otras tantas en las que entré a boxes. No digo correr para ganar, pero al menos para competir adelante y tener alguna chance”, reconoció Fangio en una entrevista.
La diferencia entre su auto y el resto era notable. Además del problema en el chasis también tenía una falla en la carburación. Su velocidad final rondaba los 228 km/h contra los 234 km/h de los punteros. Una diferencia que ni siquiera Fangio, con todos sus pergaminos, podría haber remediado.