Las 500 Millas de Indianápolis es un evento legendario en el mundo del automovilismo donde los pilotos se enfrentan a una prueba épica de habilidad y coraje. Pero más allá de la competencia, hay un símbolo que trasciende el tiempo y se alza como un monumento a la grandeza de los campeones: la Copa Borg-Warner.
Este imponente trofeo rinde homenaje a los pilotos más venerados en la historia del automovilismo durante todo el año, pero es en el mes de mayo cuando se convierte en el punto focal de los pilotos que buscan clasificar para la carrera de las 500 Millas de Indianápolis. Es un recordatorio constante de la gloria y la tradición asociadas con ganar este evento mítico, un logro que solo unos pocos privilegiados han alcanzado.
La victoria en las 500 Millas de Indianápolis no solo trae consigo el sabor del triunfo, sino también el honor de tener el rostro esculpido en la antigua copa de 79 años. Este galardón, de plata esterlina, cuenta con cuadrados separados en los que se graban de forma permanente el rostro, el nombre y el año de victoria de cada ganador. Cada año un platero es comisionado para crear el retrato o escultura en relieve del nuevo campeón, que será colocado en la copa como un símbolo inmortal de su logro.
En 1935, la compañía automotriz Borg-Warner encargó al diseñador Robert J. Hill y a Spaulding-Gorham, de Chicago, la creación de esta majestuosa copa, con un costo de 10.000 dólares.
Fue revelada en una cena en 1936, organizada por el entonces dueño del Indianápolis Motor Speedway, Eddie Rickenbacker, y se declaró oficialmente que la Copa Borg-Warner sería el premio anual para los ganadores de las 500 Millas de Indianápolis. Ese mismo año, fue presentada por primera vez al campeón Louis Meyer, quien dijo emocionado: “Ganar la Copa Borg-Warner es como ganar una medalla olímpica”.
A lo largo de los años, la copa ha sido cuidadosamente restaurada y hoy en día tiene un valor de más de 3.5 millones de dólares. En sus cuadrados descansan los rostros de 101 campeones, comenzando por Ray Harroun, ganador de la primera carrera en 1911. Entre ellos se encuentran los campeones duales de 1924 y 1941, donde un piloto inició la carrera y otro la terminó.
A.J. Foyt, Al Unser, Rick Mears y Helio Castroneves, con cuatro victorias cada uno, son los únicos pilotos cuyos rostros aparecen más de tres veces en la copa. Pero es Mears quien se destaca, pues cada una de sus cuatro victorias ha sido inmortalizada con un nuevo retrato. Tom Sneva, campeón en 1983, es el único que aparece en la copa usando sus gafas, según su solicitud, agregando un toque distintivo a su representación en la copa.
Entre los datos interesantes que rodean a la Copa Borg-Warner, destaca el hecho de que el último piloto cuyo rostro se añadió a la copa original fue Bobby Rahal en 1986, ya que todos los cuadrados estaban ocupados.
En 1987 se agregó una nueva base que se llenó por completo después de la victoria de Gil de Ferran en 2003. Sin embargo, la historia continúa, ya que en 2004, Borg-Warner encargó una nueva base que no se llenará por completo hasta 2034. Un símbolo de que esta copa trascenderá el tiempo y seguirá siendo el testigo de los futuros campeones.
Desde 1988, se ha creado una réplica en plata esterlina de 18 pulgadas de altura de la copa, conocida como Baby Borg, que se entrega al campeón. Además, a partir de 1997, BorgWarner también ha decidido premiar al dueño del automóvil ganador con su propio Baby Borg, estableciendo así una nueva tradición en honor a la victoria.
Cada año, durante el mes de mayo, la Copa Borg-Warner se exhibe en diversos eventos de las 500 Millas de Indianápolis, como la reunión pública de pilotos en el circuito, el Desfile del Festival de las 500 Millas y la celebración de la victoria después de la carrera. Justo después de cada competencia, la copa es alzada en el Círculo de la Victoria junto al automóvil ganador y su piloto, para ser inmortalizada en fotografías que capturan el instante de gloria.
Pero esta copa no solo honra a los campeones de las 500 Millas de Indianápolis. También presenta un retrato en oro de 24 quilates del fallecido propietario y presidente del Speedway, Tony Hulman. Este retrato es un tributo a su labor de rejuvenecer el circuito y la propia carrera después de la Segunda Guerra Mundial. El rostro de Hulman fue añadido a la copa en 1987, perpetuando su legado junto a los grandes campeones.
La Copa Borg-Warner, un símbolo de grandeza y tradición en el mundo del automovilismo, continúa siendo el testigo de las hazañas de los valientes pilotos que se atreven a desafiar los límites en las 500 Millas de Indianápolis. Un tesoro eterno que captura la pasión, la gloria y la épica de este evento mítico en cada uno de sus detalles grabados en plata y oro.
