Desde sus inicios en 1911, las 500 Millas de Indianápolis han cautivado a millones de espectadores tanto por las velocidades extremas a los que llegan los competidores como por las tradiciones que rodean a esta prueba. Una de ellas ha dejado una marca imborrable: las poderosas palabras que resuenan en el aire unos minutos antes de que la lagrgada: “Gentlemen, start your engines” (Caballeros, enciendan sus motores).
Esta célebre frase, llena de anticipación y emoción, ha sido el grito de guerra que marca el comienzo de la batalla automovilística durante décadas. En 1953, Wilbur Shaw, ganador de las Indy 500 en 1937, 1939 y 1940, la pronunció estas palabras por primera vez como previa a la largada, convirtiéndolas en una tradición atemporal.
No obstante, unos años antes habían sido pronunciadas por Floyd Clymer, otro piloto, para probar el sonido de los megáfonos del circuito. Se dice que Clymer las pronunció en un tono casi tímido, pero que sirvió para que Shaw se inspirara para utilizarlas antes de la partida.
A lo largo de los años, el llamado inicial ha variado ligeramente para adaptarse a la evolución de la sociedad y el deporte. En ocasiones, se ha modificado para incluir a las damas que han desafiado los límites de la velocidad en el óvalo más famoso del mundo, cambiando a “Lady and Gentlemen” o “Ladies and Gentlemen” (Damas y Caballeros) en los años en que las conductoras han competido en la Indy 500.
Estas cinco palabras, aparentemente simples, tienen el poder de despertar los corazones de los pilotos y los fanáticos por igual. Cuando el rugido de los motores comienza a llenar el aire, una mezcla de emociones se apodera del lugar. Los motores se encienden, y la expectativa se eleva a niveles insospechados. Los pilotos, enfundados en sus buzos y cascos, sienten la energía de una multitud ansiosa de presenciar un espectáculo de velocidad sin igual.
La frase “Gentlemen, start your engines” es mucho más que un simple anuncio; es un llamado a la gloria, un desafío directo a los valientes competidores que se enfrentarán a 500 millas de pura adrenalina. Marca el momento en que los motores se despiertan de su letargo y cobran vida, como si tuvieran un alma propia.
Es un instante mágico en el que las máquinas y los hombres se funden en una sinfonía de poder y habilidad, dispuestos a enfrentar cualquier desafío en su búsqueda de la victoria.