A lo largo de la historia, la Fórmula 1 y la Federación Internacional del Automóvil han tenido sus momentos de romances, pero también sus épocas de odio extremo. Tal es así que en 2009 los equipos anunciaron la organización de su propio campeonato ya que se oponían rotundamente a la idea de la FIA, entonces dirigida por Max Mosley, de imponer un tope presupuestario (aunque el tiempo le dio la razón…).
La disputa, que duró meses, se debió al límite de 60 millones de dólares por temporada que pretendía la FIA para permitir la entrada de nuevas escuderías y favorecer la permanencia de las actuales. Los equipos creían que era un paso demasiado drástico y, en su lugar, proponían una reducción de gastos más gradual.
El punto más álgido de esta guerra llegó durante el Gran Premio de Gran Bretaña en Silverstone cuando ocho de las diez escuderías agrupadas en la Asociación de Equipos de la Fórmula 1 (FOTA, por sus siglas en inglés) le dieron el OK a un nuevo campeonato sin la fiscalización de la FIA.
La serie paralela contaba con el respaldo de Ferrari, McLaren, BMW, Brawn GP, Renault, Red Bull, Toro Rosso y Toyota. “Los equipos no tienen otra alternativa que comenzar la preparación de un nuevo campeonato que refleje los valores de los participantes y los socios. Esta serie tendrá un gobierno transparente, un solo reglamento, alentará que haya más participantes y escuchará los deseos de los fans, incluidos precios más bajos, de los socios (patrocinadores) y otros importantes grupos de interés”, explicó FOTA.
La FIA se mostró “decepcionada, pero no sorprendida” por la decisión de la asociación de equipos. “La FOTA no mostró en las discusiones buena fe”, aseguró la FIA en un comunicado, uno de los tantos que hubo en aquel acalorado 2009. “La FIA no puede permitir una carrera financiera en el campeonato ni que la FOTA dicte las normas de la Fórmula 1”, aseguró el ente internacional.
Pese a la posición de la FIA, los ocho rebeldes estaban seguros que el nuevo campeonato que proponían para 2010 sería un éxito rotundo. “Los principales pilotos, estrellas, marcas, patrocinadores, promotores y compañías históricamente asociados con el más alto nivel del automovilismo estarán en esta nueva serie”, aseguraron.
Como para demostrar que estaba todo encaminado, la FOTA presentó el calendario que iba a comenzar con el Gran Premio de Argentina, en Buenos Aires, el 7 de marzo de 2010.
El torneo también incluía otras plazas que la F.1 ya no visitaba como México, Jerez de la Frontera, Imola, Adelaida o Indianápolis. Y sumaba circuitos inéditos como Portimao, Helsinki y Laustizring. Además, mantenía plazas tradicionales como Montecarlo, Silverstone y Monza.
Finalmente, la FIA y la FOTA llegaron a un acuerdo. Mosley tuvo que archivar su idea del límite presupuestario, aunque aceptó la llegada de nuevos equipos -se sumaron 1Malaysia F1 Team, luego rebautizado como Lotus; HRT y Virgin- y una reducción de costos paulatina.
